SÉPTIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO "A" Interleccional: Salmo 102 Segunda lectura: 1 Corintios 3,16-23 EVANGELIO 430s han enseñado que se mandó: «Amarás a tu prójimo...» (Lv 19,18) y
odiarás a tu enemigo. 44Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y
rezad por los que os persiguen, 45para
ser hijos de vuestro Padre del cielo, que hace salir su sol sobre malos y
buenos y manda la lluvia sobre justos e injustos. 46Si queréis sólo a los que os quieren, ¿qué recompensa merecéis? ¿No
hacen eso mismo también los recaudadores? 47Y si mostráis afecto
sólo a vuestra gente, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen eso mismo
también los paganos? 48Por consiguiente, sed buenos del todo, como
es bueno vuestro Padre del cielo. |
|
COMENTARIOS La
ley del talión tiene por fundamento el rencor y el deseo de venganza, excluidos
también por la limpieza de corazón (5,7). En lugar de continuar la violencia,
el hombre debe interrumpir su curso por todos ]os medios, trabajando por la
paz (5,9). Cediendo
del propio derecho para interrumpir el curso de la violencia se ponen los
fundamentos para una nueva relación humana. Hay
que prestar ayuda siempre, como corresponde al que vive en el reino (5,7). v.
43: 0s han enseñado que se mandó: «Amarás a tu prójimo...» (Lv 19,18) y
odiarás a tu enemigo. Ultimo
y supremo ejemplo de la limpieza de corazón: el amor a los enemigos. En la frase
citada por Jesús al principio, el primer miembro: «amarás a tu prójimo» es cita
de Lv 19,18; el segundo: «odiarás a tu enemigo» pertenece a los principios esenios
(cf. Sal 139,19-22). vv.
44-47: Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los
que os persiguen, 45para ser
hijos de vuestro Padre del cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y
manda la lluvia sobre justos e injustos. 46Si queréis sólo a
los que os quieren, ¿qué recompensa merecéis? ¿No hacen eso mismo también los
recaudadores? 47Y si mostráis afecto sólo a vuestra gente, ¿qué hacéis
de extraordinario? ¿No hacen eso mismo también los paganos? Para
los discípulos no hay lugar a distinciones. Ellos, que sufren la persecución
(5,10-12), no pueden dejarse llevar del odio. Jesús
propone unas nuevas relaciones humanas, que excluyen en absoluto la violencia.
En lugar del odio, el deseo del bien (amor, oración). «Ser
hijo de Dios» significa parecerse a él en el modo de obrar (cf. 5,9). Los
discípulos tienen por distintivo el amor universal, no pueden conformarse al
uso de la sociedad (recaudadores, paganos), que discrimina entre amigos y
enemigos. v.
48: Por consiguiente, sed buenos del todo, como es bueno vuestro Padre del
cielo. Con
esta frase Jesús descalifica la «perfección» propuesta por los letrados, que
consistía en la observancia de
Las tres
lecturas de hoy podría considerarse que están centradas en el tema de la
«santidad por el amor». La primera
lectura, un fragmento del «código de santidad» del libro del Levítico, presenta
una imagen de santidad mediada por la responsabilidad con el prójimo; es decir,
que el camino para llegar a Dios y lograr la santidad comienza con el respeto
hacia la vida y la dignidad del otro. Este criterio es el centro de la Ley y
los Profetas, el eje que determina nuestra verdadera relación con Dios, el
elemento fundamental de la fe, ya que a través de la apertura a los demás es
como ciertamente somos partícipes de la promesa de salvación dada por Dios a su
pueblo. Pablo, en la
primera carta a los Corintios, considera al ser humano como templo de Dios y
morada del Espíritu. Con ello está diciendo que cada persona es presencia
concreta de Dios en la historia humana. Este templo del cual habla Pablo es la
comunidad cristiana de Corinto, en donde la Palabra anunciada ha sido escuchada
y ha surtido efecto. La intención, entonces, de Pablo es advertir a sus oyentes
de los peligros que acechan ese templo y que amenazan con destruirlo; esos
peligros se encarnan en aquellos que pretenden anular el mensaje de Cristo
crucificado a través de discursos provenientes de la sabiduría humana, que
rechazan la vinculación e identificación de Dios con la debilidad humana y la
solidaridad de Dios con los marginados de la sociedad. El mensaje de Pablo es
supremamente importante, pues comprende que el verdadero templo en donde habita
Dios son las personas, es en la vida de la humanidad, en los hombres y mujeres
de todo el mundo, sin distinción de raza, cultura o religión; de esta manera
Pablo supera la reducción de la presencia viva de Dios a una construcción, a
unas paredes o a un “lugar” específico de culto. Son las personas el lugar
verdadero donde debemos dar culto a Dios; son las personas el lugar
privilegiado en donde toda nuestra fe se debe expresar, especialmente con
aquellos hombres y mujeres, que, siendo santuarios vivos de Dios, han sido
profanados por la pobreza, la violencia y la injusticia social. El elemento
fundamental del proyecto cristiano es presentado en esta sección del evangelio
de Mateo: el amor. Este amor propuesto por Jesús supera el mandamiento antiguo
(Lv 19,18) que permite implícitamente el odio al enemigo. Lo supera porque es
un amor que no se limita a un grupo reservado de personas, a los de mi grupo, o
los de mi etnia, o a mis compatriotas, o a los que me aman, sino que alcanza a
los enemigos, a los que parecerían no merecer mi amor, o incluso parecerían merecer
mi desamor. Es un amor para todos, un amor universal, expresión propia del amor
de Dios que es infinito, que no distingue entre buenos y malos. Ser perfecto,
como Dios Padre lo es, significa vivir una experiencia de amor sin límites, es
poder construir una sociedad distinta, no fundada en la ley antigua del Talión
(«ojo por ojo, diente por diente», que ya era una manera primitiva de limitar
el mal de la venganza), sino en la justicia, la misericordia, la solidaridad,
enmarcados todos estos valores en el Amor. En el Primer Testamento
vemos que la mayor parte de los mandamientos son negativos, marcando lo que no
se puede hacer, los límites que no se deben traspasar. Es un primer estadio de
la moral. El Evangelio
da un salto hacia adelante. Parecería no estar preocupado tanto por los límites
cuanto por el «pozo sin fondo» que hay que llenar, la perfección del amor que
hay que alcanzar, lo cual no se consigue simplemente evitando el mal, sino
acometiendo el bien. Con el Evangelio en la mano, no estaríamos consiguiendo el
bien moral supremo, la santidad, simplemente omitiendo el mal, porque podríamos
estar pecando «por omisión del bien». Y, como dice santo Tomás, el mandamiento
del amor siempre resulta de algún modo inasequible, pues nunca podemos dar
cuenta plena de él, siempre se puede amar con más entrega, con más generosidad
y más radicalidad. Es típica del Evangelio la propuesta del amor a los
enemigos, el amor humanamente más inasequible y racionalmente más difícilmente
justificable. No obstante,
la propuesta de esta liturgia de la palabra de una santidad a la que se
accedería por el amor, casi como en un acceso privilegiado o casi único,
habríamos de adicionarle alguna matización. A la santidad cristiana no se
accede sólo por el amor práctico, por la práctica moral o ética. Es cierto que
en la historia de las religiones el cristianismo se ha hecho famoso como la
religión que más ha organizado la práctica del amor, y por el hecho de que su
presencia va acompañada siempre con las «obras de caridad» (hospitales,
escuelas, centros de promoción humana, leprosarios, atención a los pobres, a
los excluidos...) que le son características. ¿Pero bastará el amor? ¿Y la
dimensión espiritual? ¿La espiritualidad, la contemplación, la mística... dónde
quedan? Obviamente,
no estamos ante una alternativa amor-caridad/espiritualidad-mística, y los
grandes santos de la caridad han sido también grandes místicos. No se trata de
una alternativa (o una cosa o la otra), sino de una conjunción necesaria: las
dos cosas. Porque las dos se interpenetran perfectamente. De hecho, el santo
también es un «contemplativus in caritate», vive la contemplación en el
ejercicio de la caridad. La Espiritualidad de la liberación acuñó la famosa
fórmula: «contemplativus in liberatione»... como un perfecto ensamblaje entre
acción y contemplación, práctica moral y mística. En realidad,
cuando se vive la mística, la moral brota espontáneamente. Sin duda, el
cristianiso está desafiado a cambiar su modo de acceder a lo moral, que no ha
de ser ya tanto un acceso directo, «moralizante», insistiendo en los preceptos
y sus amenazas o castigos, cuanto en un acceso indirecto, por la vía de la
mística, de la experiencia mística, que no deja de ser la experiencia misma del
amor. El Concilio
Vaticano II, cuyo 50 aniversario se aproxima, abrió un panorama hasta entonces
inusitado, el de la «universal llamada a la santidad», una santidad que
anteriormente muchos cristianos consideraban reservada a los considerados
entonces «profesionales» de la santidad (los monjes, los religiosos, el
clero...pero no el común de los fieles.
Para la
revisión de vida ¿Cuáles fueron los motivos de
moralidad que me transmitieron cuando me educaron? ¿Temor al castigo eterno?
¿Deseo del cielo? ¿Obediencia ciega a mandatos dictados por Dios soberano? Dice la Iª Carta de Juan: en la
plenitud del amor ya no cabe el temor... ¿Cuáles deben ser los nuevos motivos
fundamentales de mi buen obrar moral? Para la
reunión de grupo ¿Qué ideas
comunes tiene el pueblo cristiano sobre la santidad? ¿Y qué imagen de santidad
predomina? ¿Es una imagen actualizada o dependiente de la imaginería medieval? ¿Qué pasa con
la espiritualidad en el cristianismo? ¿Existe preocupación en la catequesis
cristiana por «iniciar» a la espiritualidad y a la mística a los catequizandos,
o se considera que ése es un campo que no compete a la catequesis? ¿Por qué se
ha puesto mucho más acento en formar para la moral que para la mística? ¿Y en las
parroquias y comunidades cristianas, qué «mistagogía», qué iniciación a la
mística se trata de dar? Para la
oración de los fieles Por nuestra sociedad
mundial, en trance de pasar de una moral externa justificada por el temor al
castigo, hacia una moral sin amenazas ni miedos, para que realice suavemente
esta transformación... Para que
también los cristianos nos dejemos influenciar por todo lo bueno que
encontramos en la vida de tantos hombres y mujeres, de tantos pueblos y
religiones, como algo con lo que Dios nos interpela y nos ayuda a crecer en
santidad y en comunión… Para que la
sociedad humana vaya convergiendo en sus convicciones sobre la dignidad humana,
sobre ética básica imprescindible, y en toda sociedad se afiancen sus valores
básicos... Para que nos
hagamos conscientes de que todos estamos llamados a la madurez, a la plenitud,
a la santidad... Para que
todos los humanos nos sintamos libres, gratuita y gozosamente atados al Bien, a
la Verdad, al Amor y la Justicia, como pilares esenciales de nuestra propia
naturaleza... Para que
nuestras comunidades cristianas no pierdan de vista que tan importante es
iniciar a la moral como a la mística, y articulen iniciativas y prácticas
pedagógicas para ayudarnos conocer y vivir la experiencia mística... Oración
comunitaria Dios nuestro, a quien reconocemos presente en Jesús, impulsando hacia adelante el sentimiento moral de la Humanidad, con su propuesta del amor mayor, el amor que da la vida por los amigos, el amor que ama incluso a los enemigos. Ayúdanos a vivir a fondo este amor, y a que esa vivencia sea una experiencia mística, que nos afiance en el mismo Amor. Nosotros te lo pedimos inspirados por Jesús, nuestro hermano mayor. Amén.
|