TRIGESIMOSEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
CICLO "A" Primera
lectura: Sabiduría 6, 12-16
EVANGELIO 5Como el novio tardaba, les entró
sueño a todas y se durmieron. 6A medianoche se oyó gritar: -¡Que llega el novio, salid a recibirlo! 7Se despertaron todas y se
pusieron a despabilar los candiles. 8Las necias dijeron a las
sensatas: -Dadnos de vuestro aceite, que los candiles se
nos apagan. 9Pero las sensatas contestaron: -Por si acaso no hay bastante para todas,
mejor es que vayáis a la tienda a comprarlo. 10Mientras iban a comprarlo llegó
el novio: las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y
se cerró la puerta. 11Cuando por fin llegaron las otras muchachas,
se pusieron a llamar: -Señor, señor, ábrenos. 12Pero él respondió: -Os aseguro que no sé quiénes sois. 13Por tanto, manteneos despiertos,
que no sabéis el día ni la hora. COMENTARIOS El aceite de oliva era símbolo de riqueza y
bendición de Dios en la antigüedad bíblica. Maravillosa fuente de recursos:
ayuda para preparar comidas, medicamento, cosmético tonificante y abrillantador
de la piel, combustible de lámparas, componente de los más variados perfumes,
artículo importante de exportación al mercado común del Antiguo Oriente; en las
excavaciones del palacio real de Samaria (S.IX a.C.) se encontraron
óstraca -fragmentos de vasos de arcilla-
con la inscripción “shemen rahus", aceite purificado, refinado, podríamos
traducir.
Durante mucho tiempo se ha
considerado que lo importante, lo sensato para un cristiano
era prepararse a bien morir; se nos ha dicho que lo que al final contaba era
alcanzar la vida eterna. Y quizá pensando en la otra vida hemos cometido la necedad
de olvidarnos de la vida presente.
En los tiempos de Jesús, después de que la
pareja llevara un año de noviazgo oficial, se celebraba la boda. La ceremonia,
en sus rasgos más generales, se desarrollaba así: el novio, con sus amigos, que
lo acompañaban cantando y tocando instrumentos, se dirigía a la casa de la
novia, donde era recibido por las amigas de ésta, que llevaban lámparas
encendidas. Después de recoger a la novia, se dirigían juntos, entre cánticos y
danzas, al lugar en el que se celebraba el banquete nupcial, con el que se
iniciaba la fiesta de bodas, que podía durar varios días. Desde otro punto de vista, la boda, el
banquete o la fiesta de bodas se usa muchas veces en En la parábola que comentamos hoy, la llegada
del novio representa el momento del encuentro definitivo de los creyentes con
el Padre. En la parábola del evangelio, entre las
muchachas que esperaban al novio, se presentan dos tipos, cada uno de los
cuales describe un modo distinto de prepararse para ese definitivo encuentro
con Dios: uno lo constituyen las muchachas necias, el otro las sensatas. En el evangelio de Mateo se considera sensata
aquella persona que escucha el mensaje de Jesús y lo pone por obra; necia, la
que conoce el mensaje de Jesús, pero no lo practica: «Todo aquel que escucha estas palabras mías y
las pone por obra, se parece al hombre sensato... Y todo aquel que
escucha estas palabras mías y no las pone por obra, se parece al necio. .
. » (Mt 7,24-27). El aceite que las necias habían olvidado no es sino la práctica
del mensaje de Jesús. Las muchachas necias podrían representar a
todos aquellos que tienen una cierta fe y una cierta esperanza: creen, en teoría,
que Jesús de Nazaret es el Mesías, enviado de Dios, salvador de la humanidad;
creen sinceramente que Dios es Padre y que todos los hombres somos hermanos;
creen en Pero, a pesar de que conocen, creen y
esperan, no aman. Y eso es lo que caracteriza a la práctica cristiana: el amor. Las sensatas, no hace falta explicarlo
demasiado, simbolizan a quienes viven aquello que creen, a quienes hacen lo posible
por anticipar la felicidad que esperan, a quienes procuran que su fe en un
Dios que es Padre se manifieste en la práctica del amor a los hermanos... Así
se entiende que las sensatas no compartan el aceite con las necias. No se trata
de egoísmo: es que resulta imposible amar en nombre de otra persona o
considerar propias las acciones que otro ha realizado.
La figura del novio o esposo designa a Jesús
mismo (cf. 9,15). El uso de los términos «necias, sensatas»
pone a esta parábola en estrecha relación con la de las dos casas (7,24-27).
Las muchachas necias son las que han escuchado el mensaje, pero no lo han llevado
a la práctica; las sensatas son las que lo han traducido en su vida. No se puede
improvisar esto en el último momento ni se puede prestar o transferir de uno a
otro. La
llegada del esposo es, como antes, el momento de la persecución y de la muerte,
presentado en su aspecto de salvación, de entrada en el reino de Dios
definitivo, figurado por el banquete de boda. La frase de rechazo: «No sé
quiénes sois» (12), recuerda la de 7,23: «Nunca os he conocido», dirigida
también a quienes han pertenecido a la comunidad cristiana.
La primera
lectura, del Libro de la Sabiduría, es un himno que canta los maravillas de la
Sabiduría. Ésta sale al encuentro de quienes la buscan, de quienes la aman, y
ella misma se muestra. La sabiduría es una cualidad, una manera en que Dios se
manifiesta a quienes realmente le buscan. La única condición para que este
encuentro se llegue a dar, es estar abierto a la sabiduría, buscarla; como se
busca a Dios. (Importante darse cuenta de que la Sabiduría es presentada en
este libro como «personificada», pero no «hipostasiada»: la personificación es
simplemente una figura literaria, una forma de hablar). Por su parte
Pablo, en la carta a los Tesalonicenses, intenta responder las dudas de algunos
hermanos que han ingresado hace poco a la comunidad. Estos hermanos consideran
desfavorecidos a los difuntos porque iban a estar ausentes de la cercana venida
del Señor. Pablo reafirma la enseñanza que él recibió. Los que murieron en Jesús
estarán presentes con él en el último día. Ellos resucitarán en primer lugar y
los que quedemos seremos llevados al Señor. Por que si creemos que Jesús murió
y resucitó, Dios llevará consigo a quienes murieron en Jesús, pues para Pablo
en el bautismo, expresión de conversión, nos sumergimos en la muerte del Señor
para resucitar con él; así mismo quienes murieron con Cristo resucitan con él
porque han participado del camino, del seguimiento, y la alegría por continuar
anunciando la Utopía de Dios, que llamamos Reino. Terreno difícil para
distinguir lo que es sustancia de nuestra fe –o de nuestra esperanza- sin
confundirla con una cosmología o mitología del tiempo y de la cultura helenista
que no era la de Jesús... teniendo en cuenta que la cosmología o representación
de la vida y la muerte en la cultura de la sociedad en que vivió Jesús tampoco
son para nosotros «Palabra de Dios»... El evangelio
del día de hoy nos trae la parábola de las diez vírgenes, prudentes y necias,
que estaban esperando al novio. No dice a sus novios o a los novios. «El novio»
designa a Jesús mismo (Mateo 9, 15). Y recordemos que el reino de Dios también
es simbolizado con un banquete de bodas... La parábola
nos enseña que el final de cada persona depende del camino que se escoja, que
de alguna manera, la muerte es consecuencia de la vida –prudente o necia- que
se ha llevado. Muchachas necias son las que han escuchado el mensaje de Jesús
pero no lo han llevado a la práctica. Muchachas prudentes son las que lo han
traducido en su vida, por eso entran al banquete del Reino. De esta manera, la
lectura del evangelio se enmarca en la preocupación de los cristianos recién
convertidos de la comunidad de Tesalónica, Grecia, (los Tesalonicenses), la
preocupación por el final de los tiempos. La parábola
es una seria llamada de atención para nosotros. "ustedes velen, porque no
saben el día ni la hora". No dejen que en ningún momento se apague la
lámpara de la fe, porque cualquier momento puede ser el último. Estén atentos,
porque la fiesta de la vida está teniendo lugar ya, ahora mismo. El Reino está
ya aquí. Enciendan las lámparas con el aceite de la fe, con el aceite de la
fraternidad, de la caridad mutua. Nuestros corazones llenos así de luz nos
permitirán vivir la auténtica alegría aquí y ahora. Los demás, los que viven a
nuestro alrededor se verán también iluminados, conocerán también el gozo de la
presencia del Novio esperado. Jesús nos pide que nunca nos falte ese aceite en
nuestras lámparas. Ciertamente
tenemos que aprovechar el momento presente, pero para construir fraternidad, no
para buscar de manera egoísta nuestro propio bienestar. Las vírgenes necias
pusieron otro aceite en sus lámparas: el que sólo sirve para alumbrar
egoístamente nuestro camino. No pudieron entrar en la fiesta de la boda. Y si
hubiesen entrado no hubiesen entendido absolutamente nada. En la fiesta de la
hermandad los que sólo miran por su propio interés se aburren. Sería bueno preguntarnos de qué tipo es el aceite que alimenta nuestras lámparas. Sería bueno examinar cómo trabajamos día a día para aumentar la intensidad de nuestro fuego, y de nuestras reservas. ¿O acaso desperdiciamos las ocasiones de crear fraternidad, de amar y servir a los hermanos?
Para la
revisión de vida Mi vida: ¿es una vida de futuro, de
esperanza...? ¿Pienso en el futuro decisivo? ¿Me lo planteo suficientemente, a
pesar de su misteriosidad? ¿Está nuestra vida demasiado
absorbida por los detalles pequeños y diarios, sin previsión de futuro, sin la
prudencia de poner en el centro la búsqueda de la Utopía del Reino? Para la
reunión de grupo Estos domingos
últimos los temas de los evangelios son la esperanza, el futuro, el final... y
sus evangelios están tomados del capítulo 25 de Mateo. Repasemos las
características de la parte apocalíptica que está al final de los evangelios
sinópticos... Sabiduría no
es erudición, sino saber entender y vivir la vida, saber analizar las cosas,
las situaciones y experiencias... con los ojos de Dios. Digamos qué es la
sabiduría con palabras y referencias de hoy. ¿Dónde está la sabiduría en
nuestra civilización actual? La carta a
los tesalonicenses dice: «No queremos que vivan ustedes como personas que no
tienen esperanza»... Preguntémonos: la esperanza... ¿es sólo de los cristianos?
¿Pueden tener esperanza los ateos? ¿Se puede tener esperanza si no se cree en
la resurrección? Comentar, si
se recuerda, aquella imagen del «mártir ateo», de Ernst Bloch. O la expresión
de Enrique Tierno Galván: ser agnóstico implica «saberse establecer cómodamente
en la finitud»... El llamado a
la «vigilancia» es un mensaje recurrente en el evangelio. En la parábola de hoy
es claro. En un contexto cultural en el que el «gran relato» religioso
establecía que esta vida era sólo una «prueba» que Dios nos pone para enviarnos
tras la muerte a la «vida definitiva del cielo o del infierno» la «vigilancia»
tenía un sentido obvio y capital, central incluso. ¿Mantiene hoy el mismo
sentido? ¿Por qué? ¿Cómo expresaríamos hoy el «megarrelato» religioso? ¿Qué
sentido puede tener hoy la invitación a la «vigilancia»? Para la
oración de los fieles Por la Iglesia,
para que renueve su esperanza y sepa ofrecerla con humildad a la humanidad.
Oremos. Por todos
aquellos que buscan conocer la vida en profundidad, para que se encuentren con
el Dios Padre que cuida de todos nosotros y nos llama a vivir como hermanos.
Oremos. Por todas las
personas, para que encuentren en su vida la luz que les lleve a discernir y
dejar los ídolos que alienan y no salvan. Oremos. Por todos
aquellos que viven afligidos al ver la muerte como un callejón sin salida, para
que la Buena Noticia los abra a la esperanza y dé sentido a sus vidas. Oremos. Por todos los
que viven instalados en lo superfluo de la vida, para que descubran la hermosa
tarea que tenemos todos de transformar el mundo en una sociedad solidaria.
Oremos. Por todos los
difuntos, para que gocen ya de a deseada plenitud de la vida, junto al Padre.
Oremos. Oración
comunitaria Dios, Padre nuestro, ayúdanos para
que sepamos vivir con toda responsabilidad y esperanza, como nos enseñó Jesús,
de manera que se alejen de nosotros el desánimo, la tristeza y la desesperanza
y podamos trabajar libremente en la construcción de tu Reino. Por Jesucristo.
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