CUARTO DOMINGO DE PASCUA
CICLO "B" Salmo responsorial: Salmo 117 Segunda lectura: 1 Juan 3,1-2 EVANGELIO 14Yo soy el modelo de pastor; conozco a las mías y las mías me conocen a
mí, 15igual que el Padre me conoce a mi y yo conozco al Padre; por
eso me entrego yo mismo por las ovejas. 16Tengo además otras ovejas
que no son de este recinto: también a ésas tengo que conducirlas; escucharán
mi voz y habrá un solo rebaño, un solo pastor. 17Por eso el Padre me demuestra su amor, porque yo entrego mi vida y así
la recobro. 18Nadie me la quita, yo la entrego por decisión propia.
Está en mi mano entregarla y está en mi mano recobrarla. Este es el mandamiento
que recibí de mi Padre. COMENTARIOS Puede
que hayamos llegado a esta situación, asustados por las amenazas del poder
político; éste acostumbra a considerar injerencia en su campo de acción todo
intento de sacar en la vida las consecuencias prácticas del compromiso
cristiano que lleva irremediablemente al
enfrentamiento con todo poder que no sirva al pueblo... Jesús
no fue ni conciliador ni neutral. Su vida fue puro conflicto, constante
enfrentamiento con el poder establecido del que denunciaba sus abusos, en
especial la manipulación y utilización del pueblo sencillo al que mantenían sus
dirigentes cada vez más cerca de la alienación, del abandono y de la muerte. Poco
importaba al Maestro nazareno que este poder fuera político o religioso. Al fin
y al cabo, en aquella sociedad teocrática, política y religión iban de la mano. Esta
vez provocó el conflicto un discurso de Jesús en un día de fiesta: "Yo
soy el modelo de pastor" -decía. "Yo soy el modelo de pastor. El
pastor modelo se entrega él mismo por las ovejas; e1 asalariado, como no es
pastor ni son suyas las ovejas, cuando ve venir al lobo, deja las ovejas y
huye, y el lobo las arrebata y las dispersa; porque a un asalariado no le
importan las ovejas. Yo soy el modelo de pastor; conozco a las mías y las mías
me conocen a mí, igual que el Padre me conoce a mi y yo conozco al Padre; por
eso me entrego yo mismo por las ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de
este recinto: también a ésas tengo que conducirlas; escucharán mi voz y habrá
un solo rebaño, un solo pastor". Los
oyentes comprendieron bien de qué se trataba; el profeta galileo se enfrentaba
peligrosamente con la poderosa jerarquía eclesiástica del templo de Jerusalén,
pastores asalariados que poco se interesaban de la vida del pueblo. Vivían
"de" y no "para" el pueblo. Controlaban al pueblo con su
complicada enseñanza religiosa, le sacaban el dinero con aquel sistema en el
que hasta el perdón de Dios se compraba con calderilla. Distantes del pueblo,
los pastores no conocían a sus ovejas, ni sabían del hambre, del paro y del
desempleo, de la miseria y alienación en que vivían sumergidas. Preocupados por
una religión, separada de la vida, los pastores se interesaban del templo y sus
dependencias; poco les importaba la vida de las ovejas más allá de las puertas
del templo. En contrapartida tampoco ellas eran demasiado deferentes con sus
pastores: la cúspide de la jerarquía eclesiástica jerosolimitana estaba mal
vista por el pueblo sencillo. Ni
amor a las ovejas, ni conocimiento del rebaño, ni preocupación por hacer del
pueblo un pueblo unido, un solo rebaño bajo un solo pastor. Sólo interés -y
fundamentalmente económico- había como motor de sus actuaciones. Eran pastores
a sueldo, profesión bastante difundida, por desgracia, en nuestros días entre
los que ostentan cualquier tipo de poder en la sociedad. Dice
el evangelista Juan que, terminado el discurso, "los judíos cogieron
piedras para apedrearlo" (Jn 10,31), prueba evidente de que en su palabras
se habían visto denunciados. Conflictivo Maestro. II OVEJAS
Y PASTORES Se
llamaba pastores a los políticos y a los responsables de la administración y
el gobierno, al rey y a los altos cargos del reino, porque ellos debían cuidar
por el bienestar del pueblo. Como los dirigentes se olvidaron muchas veces de
que ésta era su misión, los profetas denunciaron con valentía sus abusos: «
¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a si mismos! » (Ez 34; véase
también Jr 23,1-8). Y les advierten que Dios les va a pedir cuentas y que va a
asumir él la tarea de pastorear a su pueblo por medio de un enviado suyo (Ez
34,23; Jr 23,5-6).
Jesús
afirma que él es el modelo de pastor porque en él se dan tres rasgos
característicos: 1.
«El pastor modelo se entrega él mismo por las ovejas.» Esta es la primera
cualidad. El pastor entrega su propia vida en favor de las ovejas que pastorea.
Su tarea no es una actividad económica: no busca ventaja alguna para sí mismo,
ni salario ni beneficio. Sólo persigue el bienestar y la felicidad de sus
ovejas. Hace tres semanas recordábamos cómo Jesús llevó a término su entrega. 2.
La segunda característica es el conocimiento personal de sus ovejas: «Yo soy el
modelo de pastor; conozco las mías y las mías me conocen a mí.» No hay entre el
pastor y su rebaño una relación de superioridad, sino de amistad: «No, no os
llamo siervos, porque un siervo no está al corriente de lo que hace su señor; a
vosotros os vengo llamando amigos porque todo lo que oí a mi Padre os lo he
comunicado», dirá Jesús a sus discípulos en la noche de la última cena (Jn
15,15). El dirigente del pueblo, el pastor, según el modelo de Jesús, no
es alguien que ordena, organiza y manda desde su despacho a unas ovejas de las
que sólo conoce cómo suena el balido de sumisa adhesión; entre el pastor al
estilo de Jesús y su rebaño se establece una relación de conocimiento y amor
semejante a la que existe entre el Padre Dios y su Hijo. Un conocimiento que es
amor y un amor que es donación de vida. 3.
La tercera es la creación de un rebaño en el que nadie se sienta excluido:
«Tengo además otras ovejas que no son de este recinto: también a ésas tengo que
conducirlas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo pastor.» El
exclusivismo político-nacionalista y religioso que estaban en vigor en la
sociedad judía en tiempos de Jesús queda definitivamente superado. El Pastor
Modelo no entrega su vida por defender su bandera y ni siquiera por defender su
credo: él entrega la vida para que sus ovejas puedan encontrar la felicidad
viviendo como hermanos por encima de credos y banderas. El
evangelio no nos ofrece soluciones concretas a los problemas políticos; no nos
dice qué medidas concretas deben tomarse para acabar con el paro o qué medios
concretos se deben emplear para elevar el nivel cultural de una colectividad: no
existe, por consiguiente, una política cristiana; nadie tiene
derecho a usar nuestro nombre de cristianos para su partido político. Y nadie
debería cometer la insensatez de rebajar el evangelio a la altura de un
programa político más. Lo que sí hay es un modo cristiano de servir al pueblo (todos los que tienen o buscan el poder dicen que quieren servir al pueblo): el que encarna el Buen Pastor.
III Con la figura del pastor describe
Jesús su actividad. No es un pastor más, sino el modelo, el verdadero pastor y
su característica es dar su vida para dar vida a los suyos. Quien no ama a los
suyos más que a la propia vida, no es pastor. Pero la entrega de que habla Jesús no es
solamente la final; es la disposición continua a hacer el máximo por los que lo
siguen. Como acaba de decir, él viene a dar vida rebosante, y para ello se da a
sí mismo. El máximo don de sí, que es el amor pleno, es la comunicación plena
de vida. Esta descripción de la entrega del pastor por
las ovejas es una formulación más explícita de lo expuesto en otras ocasiones,
en particular en la mención de su sangre (6,53-55). Como entonces, la entrega
de Jesús es modelo para la del discípulo. El pastor aparece en oposición a una figura
negativa, el asalariado o mercenario. El pastor presta su servicio por amor,
renunciando a su propio interés, dispuesto a dar la vida por las ovejas. El
asalariado lo hace por dinero y, en el peligro, deja que las ovejas mueran. 14-15 Yo soy el modelo de pastor; conozco a las mías y las mías me
conocen a mí, igual que el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre; por eso
me entrego yo mismo por las ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de
este recinto: también a ésas tengo que conducirlas; escucharán mi voz y habrá
un solo rebaño, un solo pastor». Describe Jesús un segundo aspecto, exclusivo
suyo, de su calidad de pastor, su relación con el grupo de discípulos. Antes
afirmaba conocer personalmente a cada uno (v. 4: las llama por su nombre);
ahora declara que entre él y la comunidad como conjunto de individuos existe
una relación personal de conocimiento profundo e íntimo. Por parte de la comunidad, conocer a Jesús
significa experimentar su amor e identificarse con su persona y actividad. La
frase: conozco a las mías y las mías me conocen a mí, indica así la
relación de amor entre Jesús y los suyos que crea la participación de su
Espíritu. Esta
relación de conocimiento-amor es tan profunda que Jesús la compara a la que
existe entre él y el Padre, basada también en la comunidad de Espíritu, que
crea la unidad de designio y de propósito. Es este conocimiento-amor de los
suyos y del Padre dador de vida el que lleva a Jesús a dar la suya para
comunicar vida a los que le dan su adhesión. Quiere manifestar el amor del
Padre y hacerlo llegar a los hombres. A continuación, descubre Jesús el ámbito de
su comunidad futura (Tengo otras ovejas), que se abre a la humanidad
entera (1,9; 3,16; 4,42; 8,12). Los discípulos procedentes de otros pueblos
formarán con los que vengan de Israel una sola comunidad; ha terminado el
privilegio del pueblo elegido. La unidad de todos se verificará por la convergencia
en el único pastor, Jesús. Jesús forma una nueva comunidad humana (rebaño),
pero no mete a las ovejas en otro recinto, es decir, no va a crear
una institución paralela a la antigua. Su comunidad universal no está encerrada
en institución nacional o cultural alguna.
Su base son los hombres acabados por el Espíritu; ellos, según los
tiempos y los lugares, encontrarán las expresiones adecuadas a la realidad que
viven. 17-18 Por eso el Padre me demuestra su
amor, porque yo entrego mi vida y así la recobro. Nadie me la quita, yo la
entrego por decisión propia. Está en mi mano entregarla y está en mi mano
recobrarla. Éste es el mandamiento que recibí de mi Padre. Ante su auditorio de dirigentes judíos (v.
19) que lo odian e intentan matarlo, Jesús afirma que es precisamente su
prontitud para desafiar la muerte lo que hace manifestarse en él el amor del
Padre. Jesús se entrega a sí mismo y así se recobra,
porque al darse él mismo hace suyo el dinamismo de amor del Padre y de esta
manera realiza su condición de hijo, adquiriendo la plenitud del propio ser. La
demostración continua de amor del Padre se realiza en la presencia y actividad
incesante del Espíritu en Jesús y se manifiesta en su obrar. Como Jesús, quien se da a sí mismo por amor
no lo hace con la esperanza de recobrar la vida como premio a ese sacrificio
(mérito), sino con la certeza de poderla tomar de nuevo, por la fuerza del amor
mismo. Donde hay amor hasta el límite hay vida sin límite, pues el amor es
fuerza de vida. Dar la vida significa creer hasta el fin en la verdad y
potencia del amor. Jesús afirma su absoluta libertad en su
entrega. Nadie puede quitarle la vida, él la da por propia iniciativa. Indica
así que, aunque sean las circunstancias históricas las que van a llevarlo a la
muerte, eso puede suceder porque él ha hecho su opción de llegar hasta el fin. El Padre, que ama a Jesús, le deja plena
libertad; como Hijo, Jesús dispone de sus actos (Está en mi mano entregarla,
etc.; cf. 3,35). La relación entre Jesús y el Padre no es de sumisión, sino
de amor que identifica. El mandamiento del Padre no es una orden, sino un
encargo; formula el designio común del Padre y Jesús, que nace de su comunión
en el Espíritu (5,30). El evangelista utiliza el término
"mandamiento" para oponerlo a los de la antigua Ley. Moisés
recibió muchos (Éx 24,12; Dt 12,28, etc.), Jesús uno solo, el del amor hasta el
extremo, el mismo que será propuesto a los hombres (12,49; 13,34). IV En el Antiguo
Testamento Dios le encomienda a David la tarea de pastorear a su pueblo Israel
(2Sam 5,2) y los príncipes del pueblo se comparan con frecuencias con pastores.
Ezequiel contrapone los dirigentes de Israel -que se apacientan a sí mismos en
lugar de apacentar a sus ovejas- con el Señor, como modelo de pastor: «Como
sigue el pastor el rastro de su rebaño cuando las ovejas se le dispersan, así
seguiré yo el rastro de mis ovejas y las libraré sacándolas de todos los
lugares por donde se desperdigaron un día de oscuridad y nubarrones» (Ez
34,1-10.12). El
evangelista Juan presenta a Jesús como «buen pastor», o por dar una traducción
más adecuada, como «modelo de pastor». El pastor modelo se define porque da su
vida en función de las ovejas. Quien no ama a las ovejas hasta ese extremo no
es buen pastor. El pastor aparece en el evangelio de hoy por oposición al
asalariado o mercenario que apacienta a las ovejas por dinero; el asalariado
cuando viene el peligro (lobo) deja que mueran las ovejas. La relación
del pastor-Jesús con las ovejas-pueblo es una relación personal y recíproca de
conocimiento profundo e íntimo (conozco a las mías y ellas me conocen a mí).
Conocer a Jesús significa experimentar su amor e identificarse con su persona y
actividad. Esta relación de conocimiento-amor es tan profunda que Jesús la
compara a la que existe entre él y el Padre, basada también en la comunidad de
Espíritu, que crea la unidad de designio y de propósito. Pero el
rebaño de Jesús no se limita al pueblo de Israel, pues Jesús proclama que tiene
otras ovejas que no son de ese recinto, palabra que designa el atrio del templo
o, más ampliamente, a la institución judía, en la cual se han arrogado los
puestos de poder unos individuos que carecen de todo derecho a ello y que son
en realidad explotadores (ladrones) que usan de la violencia (bandidos) para
someter al pueblo, manteniéndolo en un estado de miseria (cf. Jr 2,8; 23,1-4;
Ez 34,2-10; Zac 11,4-17). Son esa gente que ha convertido la casa de su Padre
en casa de negocios (Jn 2,16). Él tiene
otras ovejas que no son del pueblo de Israel, pues pertenecen al mundo pagano y
ha venido para formar una nueva comunidad humana que no se limita ya a los
judíos sino que se extiende a todos sin distinción de raza, credo o estatuto
social. Jesús, el
modelo de pastor, demuestra que es el verdadero pastor porque entrega su vida
por las ovejas. Ante su auditorio de dirigentes judíos (v. 19) que lo odian e
intentan matarlo, Jesús afirma que es precisamente su prontitud para desafiar
la muerte lo que hace manifestarse en él el amor del Padre. Jesús se
entrega a sí mismo y así se recobra, porque al darse él mismo hace suyo el
dinamismo de amor del Padre y de esta manera realiza su condición de hijo,
adquiriendo la plenitud del propio ser. La demostración continua de amor del
Padre se realiza en la presencia y actividad incesante del Espíritu en Jesús y
se manifiesta en su obrar. Como Jesús,
quien se da a sí mismo por amor no lo hace con la esperanza de recobrar la vida
como premio a ese sacrificio (mérito), sino con la certeza de poderla tomar de
nuevo, por la fuerza del amor mismo. Donde hay amor hasta el límite hay vida
sin límite, pues el amor es fuerza de vida. Dar la vida significa creer hasta
el fin en la verdad y potencia del amor. Jesús afirma
su absoluta libertad en su entrega. Nadie puede quitarle la vida, él la da por
propia iniciativa. Indica así que, aunque sean las circunstancias históricas
las que van a llevarlo a la muerte, eso puede suceder porque él ha hecho su
opción de llegar hasta el fin. El Padre, que
ama a Jesús, le deja plena libertad; como Hijo, Jesús dispone de sus actos
(Está en mi mano entregarla, etc.; cf. 3,35). La relación entre Jesús y el
Padre no es de sumisión, sino de amor que identifica. El mandamiento del Padre
no es una orden, sino un encargo; formula el designio común del Padre y Jesús,
que nace de su comunión en el Espíritu (5,30). El evangelista utiliza el
término "mandamiento" para oponerlo a los de la antigua Ley. Moisés
recibió muchos (Éx 24,12; Dt 12,28, etc.), Jesús uno solo, el del amor hasta el
extremo, el mismo que será propuesto a la humanidad (12,49; 13,34). Y este pastor
modelo -que es Jesús-, es también según Pedro en el libro de los Hechos, «la
piedra que desecharon ustedes, los arquitectos y que se ha convertido en piedra
angular» de la comunidad. Queremos
añadir una «nota crítica» para evitar un peligro que puede conllevar el
comentario de la primera lectura de hoy. Es a respecto del famoso versículo Hch
4,12: «No hay bajo el cielo otro nombre que podamos invocar para ser salvos».
Será una tentación fácil, para las personas de mentalidad más conservadora,
enrumbar su reflexión o su homilía sobre el comentario a esa fórmula tan
altisonante y absoluta. Probablemente no caerán en el exclusivismo
eclesiocéntrico («fuera de la Iglesia no hay salvación»), pero tal vez caerán
en el exclusivismo cristocéntrico («fuera de Cristo no hay salvación»), aunque
sea por vía inclusiva («todos, aunque no lo sepan siquiera, se salvan por
Cristo»). Es el mensaje de muchos fundamentalistas cristianos: «¡Sólo Jesús
salval! ¡No hay salvación fuera de Jesús!». Tal fundamentalismo estaría
justificado «literalmente» desde la misma Palabra de Dios… J.A.T.
Robinson (Truth is Two-eyed, The Westminster Press, Filadelfia 1979, 105)
piensa que la interpretación exclusivista del texto (Hch 4,12) es engañosa. «Lo
cierto -dice- es que el término ‘salvarse’ (y ‘salvación’) es el mismo que se
usa tres versículos antes (4,9) al hablar del ‘enfermo’ que ha sido ‘curado’.
El contexto no es el de la comparación de las religiones, sino el del carácter
curativo de la fe. El problema es ‘con qué poder’ el cojo ha logrado ‘curarse
completamente’ (3,16). ¿Ha sido por algún poder innato, por la piedad de los
apóstoles (3,12) o ‘en nombre de Jesús’, que es quien suscita la fe (3,16)?».
Ésas son las alternativas que el texto tiene en mente, el contexto del que no
se puede sacar la frase. La conclusión es que el versículo en cuestión no puede
tomarse como base para justificar el exclusivismo religioso universal (frente a
todas las religiones). El lenguaje que allí se está utilizando es un lenguaje «confesional»
hacia Cristo y su acción sanadora, y no se le puede hacer decir nada respecto a
la no validez de las otras religiones del mundo, en las que ni de lejos podía
pensar la comunidad. Así como
«sería monstruoso seguir dando por válido hoy día el axioma «extra Ecclesiam
nulla salus»» (Torres Queiruga, El diálogo de Religiones, pág. 7), hay que
plantearse igualmente la superación de las fórmulas cristológicamente
exclusivistas (que normalmente llamamos inclusivistas). «Ya no cabe hablar sin
matices o reservas de simple «cristocentrismo». Frases como «no existe
conocimiento de Dios sino en Jesucristo», pueden tener sentido en un lenguaje
interno, de naturaleza inmediatamente «confesante»(18); pero, en rigor, deben
ser desterradas, no sólo por ser psicológicamente ofensivas para los demás,
sino por ser objetivamente falsas, pues implican la negación de toda verdad en
las demás religiones, incluido el AT. El centro último y decisivo para todos
-como, por lo demás, sucedía para el mismo Jesús- radica en Dios». (Torres
Queiruga, Cristianismo y religiones: inreligionación y cristianismo asimétrico,
«Sal Terrae» 997[enero 1997]3-19; RELaT 241:
servicioskoinonia.org/relat/241.htm). Mucho cuidado pues con los fervores
exclusivistas cristocéntricos, dignos de mejor causa. Sólo a título de curiosidad, recordemos que en ese famoso versículo toman pie dos libros de Paul Knitter No Other Name? A Critical Survey of Christian Attitudes Toward the World Religions, Orbis, Nueva York 1985, y Jesus and the Other Names. Christian Mission and Global Responsability, Orbis Books, Nueva York 1996. (Lamentablemente no han sido traducidos al castellano). Véase también la colección «Tiempo axial» (http://www.latinoamericana.org/tiempoaxial) y la bibliografía sobre teología del pluralismo religioso: http://www.latinoamericana.org/2003/textos/bibliografiaplurlismo.htm O también el capítulo 15 («Todas las religiones son verdaderas») del libro «Teología del Pluralismo Religioso», de José María Vigil, disponible en http://cursotpr.adg-n.es/?page_id=3 ).
Para la
revisión de vida ¿Cómo son mis actitudes de pastor
respecto a todos aquellos que, de una u otra manera, dependen de mis cuidados?
¿Me comporto como el pastor asalariado a quien no le interesan sus ovejas?
¿Conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen a mí? ¿Qué preocupación tengo por las
ovejas que son de otro redil…? Para la
reunión de grupo Analizar los
textos que bajo la palabra «pastor» nos indica el índice alfabético de la
Biblia de Jerusalén (u otra, si no se dispone de ella). Sobre todo establecer
la forma cómo el título de «Pastor» que se le da a Dios en el AT se le aplica
luego a Jesús en el NT. Clásicamente,
el domingo del Buen Pastor es la Jornada de oración por las «vocaciones», y por
ellas se entendía las vocaciones al sacerdocio… ¿Se debe pensar sólo en esas
vocaciones? ¿Por qué? Algunos sostienen que lo más urgente no es que haya
vocaciones al sacerdocio, sino que se cambie el modelo de sacerdocio único que
está en vigor en la Iglesia católica. ¿Qué pensamos al respecto? ¿Puede la
Jornada del Buen Pastor estar siendo inconscientemente machista? ¿Por qué sí o
por qué no? Hacer un
debate en torno a estas frases: «Sólo Cristo salva», «No hay otro nombre por el
que podamos ser salvos». ¿Son ciertas o falsas? ¿Se puede distinguir en ellas
niveles diversis de sentido? ¿Cuáles? En definitiva, ¿es recomendable seguir
utilizándolas o no? ¿Por qué sí y/o por qué no? ¿Qué podemos
hacer para avanzar en un ecumenismo práctico, para acercarnos a las «ovejas que
son de otro rebaño? ¿Qué actitudes tuvo Jesús hacia ellas? ¿Qué actitudes
deberíamos tener nosotros? ¿Se puede
rezar en un templo de otra religión? ¿Podemos rezar con personas de otras
religiones como Juan Pablo II rezó con otros líderes religiosos en Asís? ¿O
sólo vale esta oración cuando somos nosotros los que invitamos y ellos vienen a
nuestra celebración, a nuestro templo? ¿O esto sólo lo puede hacer un Papa?
¿Para hacerlo nosotros, necesitamos permiso? ¿De quién? ¿Por qué? Para la
oración de los fieles En este
domingo que celebramos la fiesta del Buen Pastor, oremos por todos los que
dentro de la Iglesia y la sociedad tienen la responsabilidad de guiar y
conducir a sus hermanos. Roguemos al Señor. Por todos los
padres y madres de familia, para que iluminados por la luz de la Palabra sepan
dar a su misión el sentido de edificación de la nueva familia humana.
Roguemos... Por todos los
educadores, para que el ejercicio de su profesión cada día tenga mayor sentido
de servicio y de entrega generosa a la construcción de la nueva sociedad.
Roguemos... Por nuestros
ministros laicos, para que sientan el profundo gozo y la gran responsabilidad
de transparentar en su ministerio a Jesús Buen Pastor. Roguemos... Por que la
Iglesia se mantenga siempre en comunión con los que están en otros rediles, sin
pensar que estén fuera de todo redil. Roguemos... Oración
comunitaria Padre bueno y misericordioso, danos
la profunda convicción de estar viviendo bajo el cuidado del único y verdadero
Pastor, que eres Tú mismo, dentro del único gran rebaño humano, para que
trabajemos por que pronto se exprese esa unidad en el diálogo fraterno de todas
las religiones. Nosotros te lo pedimos inspirados por Jesús, nuestro hermano
mayor.
|
|
|