DOMINGO DE PENTECOSTÉS
CICLO "B" Primera lectura:
Hechos 2, 1-11
EVANGELIO -Paz con vosotros. 20y dicho esto. les
mostró las manos y el costado. Los discípulos sintieron la alegría de ver al
Señor. 21Les dijo de nuevo: Paz con vosotros. Igual que el
Padre me ha enviado a mí, os envío yo también a vosotros. 22y dicho esto sopló
y les dijo: -Recibid Espíritu Santo. 23A
quienes dejéis libres de los pecados, quedarán libres de ellos; a quienes se
los imputéis, les quedarán imputados. COMENTARIOS I
A pesar de que las ideologías o los intereses de las
clases dominantes en/renten a unos hombres con otros, a pesar de que esos
enfrentamientos se hayan justificado siempre que se ha podido en nombre de Dios
(¡en su nombre se ha llegado a justificar hasta las guerras!), ni al hombre le
conviene, ni Dios quiere otra cosa sino que los hombres lleguen definitivamente
a entenderse. LA TORRE DE BABEL Los escritores bíblicos más antiguos estaban condenados de que la
humanidad tenía un origen único, de que todos los hombres procedían de un
tronco común. Pero esta convicción chocaba con la experiencia de ver a los
hombres enfrentados, divididos e incapaces de entenderse ni siquiera mediante
una de las facultades que más les diferenciaba de los animales: el lenguaje. Casi mil años antes de nuestra era, uno de aquellos antiguos
escritores, reflexionando a la luz de su fe, impresionado seguramente por los
templos que se edificaban en Mesopotamia desde el tiempo de los antiguos
sumerios (una de las primeras civilizaciones de la historia de la humanidad),
construyó el relato de la torre de Babel (Gn
11,1-8), con el que pretendía explicar cómo a los hombres, a pesar de proceder
de un tronco común, les resultaba imposible entenderse, pues hablaban diversas
lenguas. El significado de ese relato es claro: los hombres intentaron
edificarse un templo a sí mismos, volvieron a caer en la trampa de Adán y Eva:
«seréis como dioses» (Gn 2,4). Y al
igual que en el Paraíso se rompió la armonía entre la pareja, también ahora,
como consecuencia de ese tremendo y repetido error, se quebró aún más la unidad
del género humano. OTRAS BABELES Porque el hombre, cuando cree que puede ser dios y se empeña en conseguirlo a su manera, lo único que consigue,
ya lo decíamos el domingo pasado, es convertirse en un peligro para sus
semejantes; y sus semejantes, si tienen la misma pretensión, se convierten
automáticamente en un peligro para él. Porque, a pesar de que de esta clase de dioses puede haber muchos, cada uno de
ellos quiere ser más dios que los
demás. Esta tentación, a pesar de ser tan antigua como el hombre mismo, jamás
ha dejado de estar de actualidad. Todavía hoy sigue habiendo muchos que, aunque
digan que creen en un Dios supremo, o aunque digan que no creen en ningún Dios,
se endiosan a si mismos y se comportan como amos, como señores de sus
semejantes, violando sus derechos, limitando su libertad, esclavizando sus
conciencias, pisoteando su dignidad y exigiendo de hecho para sus decisiones un
sometimiento semejante al que, según el concepto que ellos tienen de Dios,
debería estar reservado sólo al Ser Supremo: ahí están para probar lo que
decimos todos los totalitarismos, los ateos y los que se dicen creyentes, los
meramente políticos y los parcial o totalmente religiosos... Y ahí están esas
verdaderas Babeles, obstáculos casi
insalvables para el entendimiento de los hombres, que se han ido edificando a
lo largo de la historia: la esclavitud, la santa
Inquisición, los campos de exterminio del nazismo, las purgas estalinistas,
la represión franquista, los desaparecidos argentinos, la agresión imperial contra Nicaragua...; los
bloques militares, cualquier tipo de militarismo, la carrera de armamentos, el
tráfico de armas...; la tortura, el hambre, el colonialismo...
PENTECOSTÉS El domingo pasado decíamos que Jesús había mostrado a la humanidad el
único camino posible para llegar a ser semejantes a Dios (la entrega por amor
en favor de los hombres) y que, tras realizar él este camino, está
permanentemente al lado del Padre. Diez días después de la
Ascensión, según las cuentas que hace San Lucas en los Hechos de los Apóstoles,
Dios volvió a bajar a la tierra para meterse dentro de un puñado de hombres
que estaban asustados pero que se hallaban dispuestos a tomar el relevo y a
andar también ellos el camino que anduvo Jesús. Al sentir la fuerza del
Espíritu de Dios, perdieron el miedo y empezaron a dar los primeros pasos. Y lo
que antes había servido para separar a los hombres se convirtió en vehículo de
entendimiento, lo que era causa para que los hombres no pudieran comunicarse
se convirtió en instrumento de unidad: empezaron a hablar en lenguas diversas a personas que
entendían idiomas distintos; y todos
se comprendían a las mil maravillas: .... y quedaron desconcertados, porque
cada uno los oía hablar en su propio idioma». El Espíritu no los había
uniformado, pero había hecho posible la unidad: las lenguas seguían siendo
distintas, pero el entendimiento era posible. Y esto porque el Espíritu les
facilitaba un lenguaje universal, el único que, respetando los diversos modos
de expresarse que cada cual tenga, conduce al entendimiento pleno: el lenguaje
del amor, el lenguaje de la entrega en favor de la construcción de un mundo
nuevo en el que nadie pretenda ser dios de nadie, el lenguaje de la revolución
más profunda que el hombre pueda realizar y en la que hasta el mismo Dios está
comprometido: la revolución que pretende construir una verdadera fraternidad
universal. Sin padres, sin amos, sin diosecillos..., con un solo Padre y un
único Espíritu que nos hace a todos hijos y hermanos. II La escena tiene lugar el mismo día en que comienza la nueva creación
(v. 19: aquel día primero de la semana);
esta realidad va a ser considerada ahora desde el punto de vista de la
nueva Pascua, con alusión al éxodo del Mesías Los discípulos son todos
los que dan su adhesión a Jesus, no hay nombres propios ni limitación alguna.
Con la frase estando atrancadas las puertas muestra el desamparo de los seguidores de
Jesús en medio de un ambiente hostil El miedo denota la inseguridad; los
discípulos aún no tienen experiencia de Jesús vivo (16,16) Como José de
Arimatea, son discípulos clandestinos (19,38) Su situación es como la del
antiguo Israel en Egipto (Ex 14,10); pero, como en el Éxodo, están en la noche (ya anochecido) en que el Señor va a
sacarlos de la opresión (Ex 12 42 Dt 16, 1). vv. 19-20: llegó Jesús,
haciéndose presente en el centro y les dijo: -Paz con vosotros, y dicho esto,
les mostró las manos y el costado. Los discípulos sintieron la alegría de ver
al Señor. Jesús se hace presente, como había prometido (14,18s, 16, l8ss) y se
sitúa en
el centro: fuente de vida, punto de referencia, factor de unidad. Paz con vosotros es el saludo que les confirma
que ha vencido al mundo y a la muerte y, a continuación, Jesús les muestra los
signos de su amor y de su victoria (v. 20). El que está vivo delante de ellos
es el mismo que murió en la cruz; se les muestra como el Cordero de Dios, el de
la Pascua nueva y definitiva, cuya sangre los libera de la muerte (Éx 12,12s);
el Cordero preparado para ser comido esta noche (Ex 12,8), es decir, para que
puedan asimilarse a él. La permanencia de las señales en las manos y el costado
indica la permanencia de su amor; Jesús será siempre el Mesías-rey crucificado,
del que brotan la sangre y el agua. Alegría. v. 21: Les dijo de nuevo: Paz
con vosotros. Igual que el Padre me ha enviado a mí, os envío yo también a
vosotros y, dicho esto, sopló
y les dijo: -Recibid Espíritu Santo. La repetición del saludo (v. 21) introduce la misión, a la que tendía
la elección de los discípulos (15,16; 17,18). Ésta ha de ser cumplida como el
la cumplió, demostrando el amor hasta el fin (manos y costado). El Espíritu (v.
22) los capacitará para la misión. Sopló o
«exhaló su aliento», éste es el verbo usado en Gn 2,7 para indicar la infusión
en el hombre del aliento de vida. Jesús les infunde ahora su propio aliento, el
Espíritu (19, 30), creando de este modo la nueva condición humana, la de espíritu
(3 6 7 39) por el «amor y lealtad» que reciben (1, 17). Culmina así la
obra creadora, esto significa «nacer de Dios» (1,13), estar capacitado para
«hacerse hijo de Dios» (1,12). Quedan liberados «del pecado del mundo» (1,19) y
salen de la esfera de la opresión. La experiencia de vida que da el Espíritu es
«la verdad que hace libres» (8,31s); quedan «consagrados con la verdad»
(17,17s). El éxodo del Mesías no se hace saliendo físicamente del «mundo» injusto
(17,15), sino dando la adhesión a Jesús y, de este modo, dejando de pertenecer
al sistema mundano (17,6.14). v. 23: A quienes dejéis libres
de los pecados, quedarán libres de ellos; a quienes se los imputéis, les
quedarán imputados. Este es el resultado positivo y negativo de la misión, en paralelo con
la de Jesús. El pecado, la represión
o supresión de la vida que impide la realización de proyecto creador, se comete
al aceptar los valores de un orden injusto. Los
pecados son las injusticias concretas que se derivan de esa aceptación. El testimonio de los discípulos (15,26s), la manifestación del amor
del Padre (9,4), obtendrá las mismas respuestas que el de Jesús: habrá quienes
lo acepten y quienes se endurezcan en su actitud (15,18-21; 16,1-4). Al que lo acepta y es admitido en el grupo cristiano, rompiendo de
hecho con el sistema injusto, la comunidad le declara que su pasado ya no pesa
sobre él; Dios refrenda esta declaración infundiéndole el Espíritu que lo
purifica (19,34) y lo consagra (17,16s). A los que rechazan el testimonio,
persistiendo en la injusticia, su conducta perversa, en contraste con la
actividad en favor de los hombres que ejerce el grupo cristiano, les imputa
sus pecados. La confirmación divina significa que estos hombres se mantienen
voluntariamente en la zona de la reprobación (3,36). III Pero el
proyecto se frustró: aquél Dios, celoso desde los comienzos del progreso
humano, confundió (en hebreo, "balal") las lenguas y acabó para
siempre con la Puerta de los dioses ("Babel"). Tal vez nunca existió
aquel mundo uniformado; quizá fue sólo una tentadora aspiración de poder
humano. Después del castigo divino, las diferentes lenguas fueron el mayor
obstáculo para la convivencia, principio de dispersión y de ruptura humana. El
autor de la narración babélica no pensó en la riqueza de la pluralidad e interpretó
el gesto divino como castigo. Pero hizo constar, ya desde el principio, que
Dios estaba por el pluralismo, diferenciando a los habitantes del globo por la
lengua y dispersándolos. Diez siglos
después de escribirse esta narración del libro del Génesis, leemos otra en el
de los Hechos de los Apóstoles. Tuvo lugar el día de Pentecostés, fiesta de la
siega en la que los judíos recordaban el pacto de Dios con el pueblo en el
monte Sinaí, «cincuenta días» (=«Pentecostés») después de la salida de Egipto. Estaban
reunidos los discípulos, también cincuenta días después de la Resurrección (el
éxodo de Jesús al Padre) e iban a recoger el fruto de la siembra del Maestro:
la venida del Espíritu que se describe acompañada de sucesos, expresados como
si se tratara de fenómenos sensibles: ruido como de viento huracanado, lenguas
como de fuego que consume o acrisola, Espíritu (=«ruah»: aire, aliento vital,
respiración) Santo (=«hagios»: no terreno, separado, divino). Es el modo que
elige Lucas para expresar lo inenarrable, la irrupción de un Espíritu que les
libraría del miedo y del temor y que les haría hablar con libertad para
promulgar la buena noticia de la muerte y resurrección de Jesús. Por esto,
recibido el Espíritu, comienzan todos a hablar lenguas diferentes. Algunos han
querido indicar con esta expresión que se trata de "ruidos extraños";
tal vez fuera así originariamente, al estilo de las reuniones de carismáticos.
Pero Lucas dice "lenguas diferentes". Así como suena. Poco importa
por lo demás averiguar en qué consistió aquel fenómeno para cuya explicación no
contamos con más datos. Lo que sí importa es saber que el movimiento de Jesús
nace abierto a todo el mundo y a todos, que Dios ya no quiere la uniformidad,
sino la pluralidad; que no quiere la confrontación sino el diálogo; que ha
comenzado una nueva era en la que hay que proclamar que todos pueden ser
hermanos, no sólo a pesar de, sino gracias a las diferencias; que ya es posible
entenderse superando todo tipo de barreras que impiden la comunicación. Porque este
Espíritu de Dios no es Espíritu de monotonía o de uniformidad: es políglota,
polifónico. Espíritu de concertación (del latín "concertare":
debatir, discutir, componer, pactar, acordar). Espíritu que pone de acuerdo a
gente que tiene puntos de vista distintos o modos de ser diferentes. El día de
Pentecostés, a más lenguas, no vino, como en Babel, más confusión. "Cada
uno los oía hablar en su propio idioma de las maravillas de Dios". Dios
hacía posible el milagro de entenderse.. Se estrenó así la nueva Babel, la
pretendida de Dios, lejos de uniformidades malsanas, un mundo plural, pero
acorde. Ojalá que la reinventemos y no sigamos levantando muros ni barreras
entre ricos y pobres, entre países desarrollados y en vías de desarrollo o ni
siquiera eso. Y la venida
del Espíritu significó para aquel puñado de discípulos el fin del miedo y del
temor. Las puertas de la comunidad se abrieron. Nació una comunidad humana,
libre como viento, como fuego ardiente. No sin razón dice Pablo: "Donde
hay Espíritu de Dios hay libertad", y donde hay libertad, autonomía (el
ser humano -y su bien- se hacen ley), y donde hay autonomía, se fomenta la
pluralidad y la individualidad, como camino de unidad, y resplandece la verdad,
porque el Espíritu es veraz y nos guiará por el camino de la verdad, de la
autenticidad, de la vida, como dice Juan en su evangelio. Que venga un nuevo
Pentecostés sobre nuestro mundo –es nuestra oración- para acabar con esta ola
de intolerancia e intransigencia que nos invade por doquier.
Para la
revisión de vida -Hacer un tiempo de oración más
profunda, tratando de escuchar las mociones que el Espíritu puede suscitar en
mí y que quizá no tengo condiciones de escuchar en la prisa diaria. -Educar la mirada: lograr
"ver" al Espíritu actuando en tantas cosas como Él mueve y dirige... -No dejarnos deslumbrar por todos
los que se remiten fácilmente al "espíritu" y en su nombre se apartan
del compromiso del amor, de la atención a los pobres...: hacer
"discernimiento de espíritus". -Ejercicio: leer un libro de
espiritualidad comprometida. Para la
reunión de grupo ¿Qué reacción
nos produce la palabra "espíritu"? Démosle sinónimos explicativos. Hoy hablan
muchos del "espíritu" y lo encuentran en regiones o en actividades
muy lejanos de la realidad, del compromiso social, en lo "puramente
religioso"... ¿Es así lo que la Biblia nos dice del Espíritu? Pongamos
ejemplos. «Hay que ser
espirituales, no espiritualistas»: comentar la frase, con razones y con
experiencias. En el
transfondo de lo que escribe, Lucas, en los Hechos de los Apóstoles (1ª
lectura) tiene en el pensamiento el símbolo de lo que ocurrió en Babel: ¿en qué
sentido? Explicitar las referencias simbólicas. Para la
oración de los fieles Para que el
Espíritu de Pentecostés se siga derramando hoy en la Iglesia en todos sus
miembros, para animarla a ser fermento y catalizador de todas las
transformaciones que el mismo Espíritu produce en todos los hombres y mujeres
de todas las razas y credos, roguemos al Señor... Por este
mundo que en la actualidad tiene en curso varias guerras que apelan a razones
religiosas, para que el Espíritu de Dios, que actúa en todos los pueblos, los
lleve poco a poco a superar la Babel de la confusión y nos encamine a la
reconciliación y la Paz... Por esta
Humanidad, hija de Dios, que se refiere a Él y lo ama desde las más diversas
religiones y tradiciones espirituales; para que, sin perder la identidad
espiritual que Dios ha dado a cada pueblo -destello singular de su gloria-
todas las religiones dialoguen activa y fructuosamente, como mediaciones que
son del único Dios... Para que el
Espíritu Dios, "padre de los pobres" [Pater páuperum], que siempre
les ha dado a lo largo de la historia, sobre todo en los momentos más difíciles
y de máxima postración, claridad en la visión y coraje para el compromiso
liberador, les dé hoy también en todo el mundo, fe convencida y esperanza
activa... Para que,
como en Pentecostés, todos los pueblos entiendan el lenguaje del amor y de la
unidad, sin que ningún pueblo quiera dominar a los demás… Para que el
Espíritu del Dios creador, "que repuebla la faz de la Tierra" y
deposita -también en todas las criaturas- una participación de sí mismo, nos
haga a los humanos conscientes de que no poseemos el mundo en propiedad para
utilizarlo y consumirlo, sino para co-existir con todas las cosas y con-vivir
con todas las criaturas animadas reverenciando así tanto a la Creación como al
Creador... Oración
comunitaria Dios, Padre de nuestro Señor
Jesucristo, Padre de la Gloria: ilumina nuestra mirada interior para que,
viendo lo que esperamos a raíz de tu llamado, y entendiendo la herencia grande
y gloriosa que reservas a tus santos, comprendamos con qué extraordinaria
fuerza actúa en favor de los que creemos. Por N.S.J. [cfr Ef 1, 17ss]
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