DUODÉCIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
CICLO "B" Primera lectura: Job 38,1.8-11 EVANGELIO -Crucemos al otro lado. 36Dejando a la multitud, se lo
llevaron tal como estaba, en la barca, aunque otras barcas estaban con él. 37Sobrevino
un fuerte torbellino de viento; las olas se abalanzaban contra la barca, y la
barca empezaba ya a llenarse; 38él se había puesto en la popa, sobre
el cabezal, a dormir. Lo despertaron y le dijeron: -Maestro, ¿no te importa que perezcamos? 39Una vez despierto, conminó al
viento diciéndole al mar: -¡Silencio, estáte callado! Cesó el viento y sobrevino una gran calma. 40Él les dijo: -¿Por qué sois cobardes? ¿Aún no tenéis fe? COMENTARIOS MALOS VIENTOS …él se había puesto en la popa, sobre el cabezal, a dormir. Lo
despertaron y le dijeron: -Maestro, ¿no te importa que
perezcamos? Una vez despierto, conminó al viento
diciéndole al mar: -¡Silencio, estate callado Cesó el viento y sobrevino
una gran calma. El les dijo: -¿Por qué sois cobardes? ¿Aún no tenéis fe?
Esa es la
tormenta que Jesús tiene que calmar, y ésa es la falta de fe que reprocha a los
discípulos que lo habían secuestrado.
Por eso Jesús clama el mar y el viento con las mismas palabras con las que hace
callar a los espíritus inmundos. No olvidemos
que el evangelio no se escribió para criticar los hechos del pasado, sino para
enmendar el presente y prevenir el futuro:”donde hay un cristiano, hay
humanidad nueva; lo viejo ha pasado…” (2 Cor 5,17).
Después de exponer el mensaje universalista de Jesús,
Mc saca sus consecuencias y anticipa al tiempo de la vida histórica de Jesús la
misión entre los paganos, que comenzó en realidad después de su muerte (aquel
día, como en 2,20, indica el de la muerte de Jesús). v.
36 Dejando a la multitud, se lo
llevaron mientras estaba en la barca, aunque otras barcas estaban con él. Pero la misión tropieza con dificultades provocadas
por el grupo judaizante, representado por los discípulos (38: Maestro). De
hecho, este grupo quiere monopolizarla (se llevaron a Jesús mientras estaba en
la barca), para conducirla según las categorías del judaísmo (superioridad de
Israel, salvación de los paganos a través y por subordinación a Israel), e
impide que el grupo no israelita tome parte en ella (aunque otras barcas
estaban con él). v.
37 Entonces sobrevino un fuerte torbellino de viento; las olas se abalanzaban
contra la barca, y la barca se iba llenando. El
torbellino de viento es figura del mal espíritu de los discípulos: las tesis
judaizantes exasperan a los paganos (las olas se abalanzaban) y corre peligro
la misión y la existencia misma del grupo (la barca). v.
38 El se había puesto en la popa,
sobre el cabezal, a dormir. Lo despertaron y le dijeron: «Maestro, ¿no te
importa que perezcamos?» Jesús se echa a dormir (= no se deja sentir su
presencia). Los discípulos están, sin embargo, tan convencidos de su ideología
que se extrañan del fracaso y reprochan a Jesús su falta de apoyo, sin
reconocer que son ellos los culpables. v.
39 Una vez despierto, conminó al
viento (y se lo dijo al mar): «¡Silencio, estáte callado!» Cesó el viento y
sobrevino una gran calma. Jesús conmina al viento como a un espíritu inmundo
(cf. 1,25; «silencio»: alusión al espíritu fariseo, cf. 3,4) y cesa la
tempestad. Es decir, al hacer callar las pretensiones judías (el viento) y
proponerse a los paganos (y se lo dijo al mar) el auténtico mensaje, el de la
igualdad de todos los pueblos, cesa toda hostilidad (y sobrevino una gran
calma): la aceptación es tan grande e inmediata que hace patente la fuerza
divina del mensaje de Jesús. v.
40 El les dijo: «¿Por qué sois cobardes? ¿Aún no tenéis fe?» Reprocha a los discípulos su cobardía, que nace de su
falta de adhesión (¿Aún no tenéis fe?). Temen que ese proceder con el mundo
pagano signifique perder para siempre la posibilidad de llevar adelante los
ideales judíos, lo que ven como su fracaso como individuos y como pueblo. v.
41 Les entró un miedo atroz y se
decían unos a otros: «Pero entonces, ¿quién es éste, que hasta el viento y el
mar le obedecen?» Temen
ahora por sí mismos (les entró un miedo atroz). Dominar el mar era propio de
Dios (Sal 107,29s); no entienden al Hombre-Dios (¿Quién es éste?), pero sienten
miedo del poder de Jesús y de posibles represalias por su conducta anterior. La
perícopa encierra un mensaje permanente para la comunidad cristiana. Enseña
que no se puede discriminar entre los pueblos ni se puede mezclar el mensaje de
Jesús con elementos culturales ajenos a él, por entrañables que sean. Los que
pretenden monopolizar a Jesús o manipular su mensaje muestran carecer de
verdadera adhesión: no se adhieren ellos al mensaje de Jesús; quieren, por el
contrario, que éste se adapte a su ideología. Cuando la comunidad actúa
sin contar con Jesús, él queda inactivo. No se le puede ignorar en la misión:
ésta no predica una estructura ni un sistema religioso, sino la persona y el
mensaje de Jesús: el del amor de Dios a todos los hombres y pueblos por igual,
con el propósito de comunicarles vida.
En La carta a
los Corintios se nos expone la nueva humanidad que a través de la muerte de
Cristo recobra la vida plena. Cristo murió por todos para que todos tengamos
vida por medio de él. El amor de Cristo ha sido tan grande que nos ha rescatado
de la muerte y de la esclavitud del pecado, y nos ha hecho partícipes de la
vida nueva. Lo antiguo ha sido superado por la muerte y resurrección del Señor.
Temas clásicos relacionados con este tipo de milagros de Jesús, centrados en la acción sobre la naturaleza, que tal vez ya perdieron su aliciente, son los de la posibilidad misma del milagro, las relaciones entre Dios y la naturaleza, y el tema de la oración de petición, cuando la petición se centra en una acción sobre la naturaleza. Formulamos estos temas en el apartado «para la reunión de grupo»
Para la
revisión de vida Con frecuencia entendemos el amor que
nuestra fe nos pide como una cuestión de sentimientos; pero, de ser así, ¿cómo
entender el amor al enemigo, que nos pide Jesús? El amor cristiano no es tanto
un sentimiento del corazón como una actitud de vida ante el prójimo, sea amigo
o enemigo. ¿Cómo muestro yo mi amor a Dios y al prójimo, con sentimentalismos
o, como Él nos dice, cumpliendo su voluntad?; ¿vivo mi fe como un «asunto del
corazón» o como un asunto de mi vida entera?; ¿recuerdo y vivo aquello de
«obras son amores y no buenas razones»? Para la
reunión de grupo Tres
preguntas graduales: Un primer
tema digno de afrontar y estudiar es el de la historicidad de los «textos»
neotestamentarios que nos narran milagros como éste del Evangelio de hoy. ¿Son
textos históricos? ¿Son simbólicos? ¿Las dos cosas? Otra cuestión
es la posibilidad misma de los «milagros en la naturaleza» (no ya los narrados
por los evangelios, sino todos): ¿es posible el milagro como interrupción
divina de las leyes naturales? No se pregunta si Dios «tiene más fuerza que los
elementos naturales»... sino «si es concebible que Dios intervenga»... ¿Cómo lo
vemos? Una tercera
cuestión es la de la «oración de petición»: ¿Podemos pedirle a Dios un milagro?
¿Tiene sentido? ¿Puede ser que alguien crea que no tiene sentido, y que no sea
porque le falte fe, sino porque cree en otro tipo de relación entre Dios y la
realidad? Expliquémonos. Para la
oración de los fieles Por la
Iglesia, para que siempre sea consciente de que su vida no está en sus normas e
instituciones sino en dejarse llegar por el Espíritu, y no se anuncie a sí
misma sino el Reino de Dios. Roguemos al Señor. Por todos los
creyentes, para que sintamos siempre el gozo y la alegría de haber recibido la
Buena Noticia y sintamos también el impulso de anunciarla a los demás. Roguemos
al Señor. Por todos los
que ya no esperan nada ni de Dios ni de los seres humanos, para que nuestro
testimonio les abra una puerta a la esperanza. Roguemos al Señor. Por los
jóvenes, esperanza del mundo del mañana, para que se preparen a construir un
mundo mejor, más solidario, más justo y más fraterno. Roguemos al Señor. Por todos los
pobres del mundo, para que con nuestra fraternidad solidaria, seamos causa real
de su esperanza en verse libres de sus limitaciones. Roguemos al Señor. Por todos
nosotros, para que formemos una verdadera comunidad en la que se alimente
nuestra fe y nuestra esperanza, de modo que podamos transmitir nuestro amor a
los demás. Roguemos al Señor. Oración
comunitaria
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