TERCER DOMINGO DE PASCUA
CICLO "C" Primera lectura: Hechos 5, 27b-32. 40b-41 EVANGELIO Juan 21, 1-19 21 1Algún tiempo después,
se manifestó de nuevo Jesús a los discípulos junto al mar de Tiberíades, y se
manifestó de esta manera: 2Estaban juntos Simón
Pedro, Tomás (es decir, Mellizo), Natanael el de Caná de Galilea, los de
Zebedeo y otros dos de sus discípulos. 3Les dijo Simón Pedro: -Voy a pescar. Le contestaron: -Vamos también nosotros contigo. Salieron y se montaron en la
barca, pero aquella noche no cogieron nada. 4Al llegar ya la
mañana, se hizo presente Jesús en la playa, aunque los discípulos no sabían que
era Jesús. 5Les preguntó Jesús: -Muchachos, ¿tenéis algo para
acompañar el pan? Le contestaron: -No. 6Él les dijo: -Echad la red al lado derecho de
la barca y encontrareis. La echaron y no tenían en
absoluto fuerzas para tirar de ella por la muchedumbre de los peces. 7E1 discípulo aquel,
el predilecto de Jesús, dijo entonces a Pedro: -Es el Señor. Simón Pedro entonces, al oír que
era el Señor, se ató la prenda de encima a la cintura, pues estaba desnudo, y
se tiró al mar. 8Los otros discípulos
fueron en la barca (no estaban lejos de tierra, sino a unos cien metros)
arrastrando la red con los peces. 9A1 saltar a tierra vieron puestas
unas brasas, un pescado encima y pan. 10Les dijo Jesús: -Traed pescado del que habéis
cogido ahora. 11Subió entonces
Simón Pedro y tiró hasta tierra de la red repleta de peces grandes, ciento
cincuenta y tres; a pesar de ser tantos, no se rompió la red. 12Les dijo Jesús: -Venid, almorzad. A ningún discípulo se le ocurría
cerciorarse preguntándole: «¿Quién eres tú?», conscientes de que era el Señor. 13Llegó Jesús, cogió
el pan y se lo fue dando, y lo mismo el pescado. 14Así ya por tercera
vez se manifestó Jesús a los discípulos después de levantarse de la muerte. 15Cuando acabaron de
almorzar, le preguntó Jesús a Simón Pedro: -Simón de Juan, ¿me amas más que
éstos? Le respondió: -Señor, sí; tú sabes que te
quiero. Le dijo: -Apacienta mis corderos. 16Le preguntó de
nuevo, por segunda vez: -Simón de Juan, ¿me amas? Le respondió: -Señor, sí; tú sabes, que te
quiero. Le dijo: -Pastorea mis ovejas. 17La tercera vez le
preguntó: -Simón de Juan, ¿me quieres? Pedro se puso triste porque la
tercera vez le había preguntado: «¿Me quieres?», y le respondió: -Señor, tú lo sabes todo, tú
sabes que te quiero. Le dijo: -Apacienta mis ovejas. 18Si
te lo aseguro: Cuando eras joven, tú mismo te ponías el cinturón e ibas adonde
querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás los brazos y otro te pondrá el
cinturón para llevarte adonde no quieres. 19Esto lo dijo
indicando con qué clase de muerte iba a manifestar la gloria de Dios. Y dicho esto, añadió: -Sígueme.
COMENTARIOS I A LA DERECHA Cuenta el
evangelista Juan que «estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Mellizo,
Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos. Simón Pedro les
dijo: -Voy a pescar. Contestaron: -Vamos también nosotros contigo. Salieron y
se embarcaron, peto aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo
cuando Jesús se presentó en la orilla, aunque los discípulos no se dieron
cuenta de que era él. Jesús les preguntó: -Muchachos, ¿tenéis por casualidad
algo que comer? Contestaron: -No. Les dijo: -Echad la red a la derecha de la
barca y encontraréis. La echaron, y cogieron tantos peces que no tenían fuerzas
para sacarla» (Jn 21,2ss). Llama la
atención la orden del Maestro a los discípulos: «Echad la red
a la derecha de la barca y encontraréis.» Era el amanecer de una noche en que
el grupo de los discípulos había estado tratando en vano de realizar alguna
captura en el lago. Al fin llegó Jesús indicando el lugar propicio para la
pesca -a la derecha de la barca-, y ésta fue sobreabundante: «Una red, repleta
de peces grandes: ciento cincuenta y tres; y a pesar de ser tantos no se rompió
la red» (Jn 21,11). Y uno se
pregunta: ¿ por qué precisamente hacia la derecha? ¿ Qué tiene este lado que
no tenga el izquierdo? En el mundo
de la Biblia, el lado derecho, referido a los miembros del cuerpo, es el lado
más noble del hombre. La mano derecha es la mano de la actividad: «Que no se
entere la izquierda de lo que hace la derecha» (Mt 6,2). «Si tu ojo derecho te
pone en peligro, sácatelo y tíralo; y si
tu mano derecha te pone en peligro, córtatela y tírala» (Mt 5,29); con esta
frase invita el Maestro a abandonar hasta lo más apreciado y querido cuando
esto impide al discípulo vivir según el evangelio. En la oreja derecha se ungía
a los sacerdotes al comenzar a ejercer sus funciones (Lv 8,23). Con un gesto
profético, Pedro hiere al siervo del sumo sacerdote en la oreja derecha, lugar
de la unción, descalificando al sumo sacerdocio judío (Lc 22,50). Sentarse a la derecha de un rey equivalía en la
antigüedad a ser primer ministro y gozar de su poder. Jesús, tras la resurrección,
está sentado a la derecha de Dios, constituido en poder, según diversos textos
del Nuevo Testamento. Pero ¿quién
estará, a su vez, constituido en poder o podrá sentarse a la derecha de Jesús?
El evangelio de Mateo da la respuesta: «Cuando este hombre venga con su
esplendor acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono real y
reunirá ante él a todas las naciones. El separará unos de otros, como un pastor
separa las ovejas de las cabras, y pondrá a las ovejas a su derecha y a las
cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha Venid, benditos de mi Padre; heredad el
reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre
y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui extranjero y me
recogisteis, estuve en la cárcel y fuisteis a verme» (Mt 25,3lss). A la derecha
de Dios se situarán todos los que favorecieron a los marginados de la tierra,
esa lista de enfermos, toxicómanos, pobres, parados, minusválidos, todos
aquellos que en la vida fueron situados en el lugar siniestro de la sociedad. Hacia esta gente tiene que echar las redes la Iglesia, con decisión, si quiere obtener una pesca abundante. Este es el lugar favorable para la evangelización. Este es el lado derecho de la barca hacia el que Jesús mandó echar la red a sus discípulos, reacios como la misma Iglesia a evangelizar a los pobres con palabras y hechos. Si queremos sentarnos un día a la derecha de Dios, ya sabemos el camino...
II EL ÉXITO
DE LA MISIÓN Para que la misión tenga éxito se deben cumplir estas condiciones: que
se haga en unión con Jesús, que los que trabajan en ella estén dispuestos a
gastar, como Jesús su vida en el intento y que no se trate de un asunto asumido
individualmente sino como tarea comunitaria. LA PESCA Estaban juntos Simón Pedro,
Tomas, ... Natanael, ... los de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. Les dijo
Pedro: -Voy a pescar. Le contestaron: -Vamos también nosotros
contigo. La pesca
sirve en los evangelios para simbolizar la misión de la comunidad cristiana
(cuando Jesús llamó a los primeros discípulos les dijo que serían pescadores de hombres, véase Mc 1,17).
Jesús no les entregó la Buena Noticia en propiedad para que ellos la
disfrutaran. La Buena Noticia tiende por su misma naturaleza a ser comunicada,
y la comunidad cristiana es la encargada de hacer que ese objetivo se cumpla:
que los hombres, todos, lleguen a conocer cuál es el proyecto de Dios para la
humanidad y que, entusiasmados con ese proyecto, lo acepten y lo lleven a cabo.
El trabajo, la pesca, es el anuncio de la Buena Noticia; los hombres que
aceptan el mensaje están simbolizados en los peces, fruto de aquel trabajo. CUÁNDO Y DÓNDE PESCAR aquella noche no cogieron
nada. Al llegar ya la mañana, se hizo presente Jesús en la playa... El les
dijo: -Echad la red al lado
derecho de la barca y encontrareis. La echaron y no tenían en
absoluto fuerzas para tirar de ella por la muchedumbre de los peces. La noche, en
el evangelio de Juan, representa la ausencia de Jesús, luz del mundo Jn 8,12). Pedro había
negado a Jesús ('n 18,15-27) porque no estaba dispuesto a aceptar que el amor
de Jesús por la humanidad tuviera que llegar a la exageración de dar la vida. No había descubierto que el amor es más fuerte que la muerte (véase
Cant 8,6), y no sólo se disgustó porque Jesús se dejó matar, sino que hizo todo
lo posible para no seguir él el mismo camino... y negó por tres veces a Jesús.
Ahora Pedro, que en el fondo no era mala persona, toma la iniciativa de empezar
la tarea: «Voy a pescar», dice al resto de la comunidad. Y los demás lo
siguen... a él: «Vamos también nosotros contigo». Por eso es de noche, porque
no han dejado espacio a Jesús. Y por eso no obtienen ningún fruto de su
trabajo... hasta que se hace de día al hacerse presente Jesús. El se queda a
una cierta distancia: el trabajo ya no le corresponde desarrollarlo a él, sino
a la comunidad de sus seguidores; pero no por eso se desentiende e indica a
aquel grupo de cansados y desalentados pescadores por dónde deben echar la
red, hacia dónde deben dirigir su objetivo: hacia la muchedumbre de hombres y mujeres que están necesitados de un
proyecto para su vida, a la muchedumbre de
seres humanos que buscan con ansia un camino hacia la felicidad: los pobres,
los enfermos, los oprimidos, los desgraciados; los mismos a los que se dirigió
preferentemente Jesús. Y si se trabaja junto con Jesús, esa muchedumbre responderá
y el esfuerzo se verá coronado por el éxito: «...la red repleta de peces
grandes, ciento cincuenta y tres». Son las nuevas comunidades que, unidas a
Jesús, se incorporarán a la tarea. EL RIESGO DEL PESCADOR Cuando acabaron de almorzar,
le preguntó Jesús a Simón Pedro: -Simón de Juan, ¿me amas más
que éstos?... Pedro le respondió: -Señor, tú lo sabes todo, tú
sabes que te quiero. Le dijo: -Apacienta mis ovejas. Sí,
te lo aseguro: Cuando eras joven, tú mismo ponías el cinturón e ibas adonde
querías; pero cuando llegues a viejo extenderás los brazos y otro te pondrá el
cinturón para llevarte adonde no quieres. Esto lo dijo indicando con qué clase
de muerte iba a manifestar la gloria de Dios. Pero el estar
unido a Jesús no es sólo un sentimiento ni, menos aún, un documento. Estar
unidos a Jesús es una actitud de vida y una actividad: ponerse a caminar tras
sus huellas dispuestos a recorrer su mismo camino para, de una u otra manera,
terminar en su misma meta. Es adoptar como única norma de vida el amor a la
humanidad y, de manera especial, a los pobres y oprimidos, a los pequeños, a
los débiles, a los que no tienen, no saben, no pueden..., dispuestos a dar la
vida para que tengan lo que necesitan
para ser personas, sepan que son
hijos de un Padre que los quiere y puedan
salir juntos de la miseria, la humillación y la ignorancia. Comprometidos en esa misión, se logra, además, otro fruto: el amor que crece dentro de quien lo practica hasta el punto de llegar a darse, como se dio Jesús, como alimento para la vida del mundo. Y la renovada entrega de Jesús fundiéndose con la entrega de los suyos (esa entrega está simbolizada en los pescados que Jesús ofrece y en los que los discípulos aportan y que todos comparten) se hace eucaristía, acción de gracias al Padre, por haber hecho posible que los hombres empiecen a vivir como hermanos. Y eso es lo que pide Jesús a Pedro: que
dé el fruto que corresponde a quien es partícipe de la misión de Jesús; que se
olvide de sus delirios de grandeza, que no se mantenga encadenado a las
tradiciones, que deje ya, de una vez por todas, sus manías de líder y que ponga
toda su pasión en la realización de la tarea que se le encomienda: «Apacienta
mis corderos... Pastorea mis ovejas... Apacienta mis ovejas», esto es, que,
como Jesús, el modelo de pastor se
juegue y esté dispuesto a perder la vida para la felicidad de los hombres, sus
hermanos.
III
v. 1: Algún tiempo después, se manifestó de
nuevo Jesús a los discípulos junto al mar de Tiberíades, y se manifestó de esta
manera: Intervalo temporal indeterminado (Algún
tiempo después). La mención del mar / lago remite al episodio de los panes
(6,1), aunque aquí usa Juan solamente la denominación de resonancia pagana (de Tiberíades), colocando la escena en
contexto de misión. Los discípulos que van a
mencionarse representan a todo el grupo cristiano, y el episodio contiene una
enseñanza válida para todos La manifestación va a tener características
diferentes de las dos anteriores (de esta
manera). Va a ser al aire libre (misión), en medio de la actividad v. 2: Estaban juntos Simón Pedro,
Tomás (es decir, Mellizo), Natanael el de Caná de Galilea, los de Zebedeo y
otros dos de sus discipulos. Los discípulos forman comunidad (juntos).
Simon
Pedro, Tomás, dispuesto a morir con Jesús, saben ahora adónde conduce esa
muerte (20 24 29) Natanael representaba
al Israel fiel llamado por Jesús (1,45 51), de
Cana de Galilea nunca dicho antes, lo pone en relación con la madre de
Jesús, figura femenina del mismo Israel (2,1-5), integrado en la nueva
comunidad al pie de la cruz (19,25-27). Los
Zebedeos, única vez en este Evangelio, sin nombres propios. Dos discípulos anónimos. Ya no se habla
de «los Doce», los mencionados suman siete (se pensaba que los pueblos del
mundo eran setenta); se trata de una comunidad abierta a la humanidad entera. v. 3: Les dijo Simón
Pedro: -Voy a pescar. Le contestaron: -Vamos también nosotros contigo. Salieron
y se montaron en la barca, pero aquella noche no cogieron nada. Se trata de una decisión
individual de Pedro; su iniciativa arrastra a los demás. La pesca es
figura de la misión. La noche, en
contexto de actividad, se opone al dicho de Jesús en 9,4s: »Se acerca la noche,
cuando nadie puede trabajar, etc.»; significa la ausencia de Jesús, luz del
mundo. La misión, a iniciativa de Pedro, no produce fruto: "no cogieron nada". v. 4: Al llegar ya la mañana, se
hizo presente Jesús en la playa, aunque los discípulos no sabían que era Jesús. La luz de la mañana coincide con la presencia de Jesús, en la playa, límite entre la tierra y el mar, que
representa «el mundo» donde se ejerce la misión. Jesús se queda en la tierra
firme; su acción se ejerce por medio de los discípulos. Concentrados en su
esfuerzo inútil, no lo reconocen. vv. 5-6: Les preguntó Jesús:
-Muchachos, ¿tenéis algo para acompañar el pan? Le contestaron: -No. Él les
dijo: -Echad la red al lado derecho de la barca y encontrareis. La echaron y
no tenían en absoluto fuerzas para tirar de ella por la muchedumbre de los
peces. Jesús se dirige a ellos con un término de afecto:
"Muchachos", chiquillos. Conscientes de su fracaso, contestan
secamente. Al seguir la indicación de Jesús (6), pesca inmediata y abundante. v. 7: E1 discípulo aquel, el
predilecto de Jesús, dijo entonces a Pedro: -Es el Señor. Simón Pedro
entonces, al oír que era el Señor, se ató la prenda de encima a la cintura,
pues estaba desnudo, y se tiró al mar. Ante el sorprendente resultado, el discípulo predilecto reconoce a
Jesús. Pero Pedro (cf. 13,23; 18,15; 20,
2), que no está aún dispuesto a dar la vida con Jesús, no lo reconoce. Para
indicar el cambio de actitud de Pedro se utiliza un lenguaje lenguaje simbólico: la oposición
desnudez-vestido y la acción de tirarse al agua. En el primer simbolismo, la
clave está en la frase: se ató ... a la
cintura, usada de Jesús cuando se ciñó el paño que significaba su servicio
hasta la muerte (13,4.5). Pedro estaba
desnudo: no había adoptado la actitud de Jesús; por eso la misión no ha
producido fruto. Con la frase "se tiró al mar", Pedro muestra su disposición
a dar la vida. Ahora entiende el lavado de los pies (13,7: «lo entenderás
dentro de algún tiempo»). Es el único que se tira al mar, por ser el único que
ha negado a Jesús. En esta narración Jesús no responde al gesto de Pedro, se
dirige siempre al grupo. vv. 8-9: Los otros
discípulos fueron en la barca (no estaban lejos de tierra, sino a unos cien
metros) arrastrando la red con los peces.A1 saltar a tierra vieron puestas unas
brasas, un pescado encima y pan. Los demás siguen juntos, como estaban al principio (2), y van al lugar
donde está Jesús. Ven primero el fuego y la comida que él ha preparado, los
mismos alimentos, pescado y pan, que había repartido en la segunda Pascua
(6,9.11). Es el pan de vida (6,51), Jesús mismo. Jesús les pide el fruto del trabajo: dos alimentos: el que ofrece
Jesús, su persona, y el que ofrecen los discípulos; el amor ejercido en la
misión los lleva al don de sí que alimenta a la comunidad. En la eucaristía han
de estar presentes el don de Jesús a los suyos y el don de unos a otros (1,16). Pedro se singulariza de nuevo. Tampoco responde Jesús a este gesto. Subió se contrapone a «tirarse al mar»,
y señala la nueva actitud de Pedro. Ciento
cincuenta y tres equivale a tres grupos de cincuenta más un tres, que es el
multiplicador. «Cincuenta» designa a una comunidad del Espíritu (6,10); peces grandes equivale a «hombres
adultos» (6,10; 9,20s), es decir, acabados por el Espíritu. «Tres», número de
la divinidad (Gn 18,2; Is 6,3: el triple santo), que representa a Jesús
(20,28). Con este número ciento cincuenta
y tres se representa a las comunidades del Espíritu (el fruto) que se
multiplican en proporción exacta con su presencia. La red no se rompe (19,24,
de la túnica): unidad en la diversidad (17,21: «que todos sean uno»). vv.12-14: Les dijo Jesús:
-Venid, almorzad. A ningún discípulo se le ocurría cerciorarse preguntándole:
«¿Quién eres tú?», conscientes de que era el Señor. Llegó Jesús, cogió el pan y
se lo fue dando, y lo mismo el pescado. Así ya por tercera vez se manifestó
Jesús a los discípulos después de levantarse de la muerte. Jesús invita a todos ; él mismo ha preparado el alimento, como un
amigo (15,13-15). Los discípulos no dudan de su presencia (14,21; 16,2). La
llegada de Jesús a la comunidad es
perceptible en la eucaristía. v. 15: Así ya por tercera vez se
manifestó Jesús a los discípulos después de levantarse de la muerte. La tercera vez es la definitiva, la que va a durar siempre; manifestación modelo para la vida del grupo cristiano. v. 15: Cuando acabaron de
almorzar, le preguntó Jesús a Simón Pedro: -Simón de Juan, ¿me amas más que
éstos? Le respondió: -Señor, sí; tú sabes que te quiero. Le dijo: -Apacienta
mis corderos. En el episodio anterior (21,7), Jesús no se ha hecho eco del gesto de
Pedro. Terminada la comida se dirige a él. Evita que el problema personal
interfiera en su contacto con la comunidad. Jesús lleva la iniciativa (le preguntó). Simón de Juan (cf. 1,42)
ha pretendido destacarse del grupo ostentando ser el primero en la adhesión a
Jesús (13,37). La pregunta (¿me amas más
que éstos?), enfrenta a Pedro con su actitud, en presencia de los demás.
Después de sus negaciones, Pedro evita toda comparación; te quiero, amor de amigo, en lugar de «te amo», amor de
identificación y se remite al conocimiento de Jesús (tú sabes). Apacentar equivale a procurar
alimento, que, como el que da Jesús, es el don de la propia persona (14,15.21);
corderos son los pequeños; ovejas, los
grandes; de este modo se representa la: totalidad del rebaño. v. 16: Le preguntó de
nuevo, por segunda vez: -Simón de Juan, ¿me amas? Le respondió: -Señor, sí; tú
sabes, que te quiero. Le dijo: -Pastorea mis ovejas. Jesús pregunta por segunda vez, de modo más breve e incisivo si Pedro
está realmente identificado con él y lo toma por modelo, renunciando a todo
otro ideal de Mesías. Pedro responde de la misma manera. Pastorear significa dar
la vida por las ovejas, como hace el pastor modelo (10,11); esta es la
disposición propia de todo discípulo. v. 17: La tercera vez le
preguntó: -Simón de Juan, ¿me quieres? Pedro se puso triste porque la tercera
vez le había preguntado: «¿Me quieres?», y le respondió: -Señor, tú lo sabes
todo, tú sabes que te quiero. Le dijo: -Apacienta mis ovejas. La tercera vez recuerda la
triple negación. Pedro había profesado dos veces ser amigo de Jesús («tú sabes
que te quiero»); «ser amigo» es renunciar a la idea de un Mesías de poder
(18,10), a la relación de inferior a superior (13,6-8), al trabajo como siervo
o asalariado (15,15). Dice el evangelio que Pedro se
puso triste, pues Jesús parece
desconfiar de sus afirmaciones anteriores y le hace recordar su obstinación (Pedro/Piedra). Pedro insiste: Tú lo sabes todo,
nueva rectificación (cf. 13,37s). El tercer encargo de Jesús "apacienta mis ovejas" sintetiza los
dos anteriores. vv. 18-19: Sí te lo aseguro:
Cuando eras joven, tú mismo te ponías el cinturón e ibas adonde querías; pero
cuando llegues a viejo, extenderás los brazos y otro te pondrá el cinturón para
llevarte adonde no quieres. 19Esto lo dijo indicando con qué clase
de muerte iba a manifestar la gloria de Dios. Y dicho esto, añadió: -Sígueme. Pedro dará la vida en la cruz, como Jesús. Así se asociará hasta el final a su misión de pastor. Pedro, cuando era joven, actuaba a su arbitrio, sin objetivo (ibas adonde querías); desde ahora tendrá que ser coherente con el seguimiento, aunque le cueste (adonde no quieres).
IV En el
evangelio Jesús se presenta a los apóstoles junto al lago Tiberíades, en medio
de la vida ordinaria a la que ellos estaban acostumbrados. Habían dejado de ser
los pescadores de hombres a que los había llamado Jesús, y tras el supuesto
fracaso del Maestro habían vuelto a su oficio de siempre. Allí se les presenta
Jesús y aprovecha lo que les es familiar. Y allí Dios les manifiesta su poder y
su gloria, a través del símbolo de la pesca y de la comida. El Resucitado
los invita a tirar la red, que recogerá una pesca milagrosa; una red que es
símbolo de la Iglesia y de la pesca multitudinaria que harían los seguidores de
Jesús después de este encuentro, cuando vuelvan a tomar el rumbo que habían
perdido. El discípulo
a quien el Señor más amaba le reconoce en el milagro de la abundancia de peces,
y Pedro se siente nada delante de aquel que le encomendó una tarea especifica
que dejó de cumplir. El capítulo
21 del cuarto evangelio fue agregado posteriormente. Es claro que Jn 20,30-31
era la conclusión original. Y es interesante que el capítulo 21 esté centrado
en la figura de Pedro. En todo el evangelio los grandes protagonistas habían
sido “el discípulo amado”, los discípulos en general y especialmente las
discípulas, y entre ellas la madre de Jesús y María Magdalena. La figura de
Pedro tiene relieve secundario; más aun, aparece siempre contrapuesta y
subordinada a la del “discípulo amado”. Para Juan lo más importante es ser discípulo/discípula.
Ahora, en el capítulo 21, se afirma a Pedro como pastor a partir de la
inquietante pregunta triple de Jesús resucitado: “Simón, ¿me amas?… Apacienta
mis ovejas”. Pedro es reconocido como pastor porque ahora cumple la condición
de buen discípulo. Durante la Pasión negó tres veces ser discípulo de Jesús.
Ahora el Señor le pide una triple confesión de su sincero amor como discípulo. Antes que jerárquica, la Iglesia es una comunidad de discípulos. En la tradición de los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) es una iglesia fundada y dirigida por los 12 apóstoles, llamados también comúnmente los 12 discípulos. El capítulo 21 de Juan expresa la armonización de la dos tradiciones: Pedro es reconocido como pastor, pero bajo la condición de que acepte su definición fundamental como discípulo. Una vez reconocido como pastor, Jesús le anuncia la clase de muerte con la que glorificaría a Dios: su crucifixión en Roma. Después el Señor le reiterará su consigna favorita: “sígueme”, es decir, lo urge formalmente a ser su discípulo.
Para la
revisión de vida Obedecer a Dios antes que a los
humanos... Quizá yo no esté en situación de conflicto con la autoridad, pero
puede haber muchas pequeñas o grandes cosas en mi vida en las que obedezco más
a leyes, preceptos, presiones, costumbres, influjos... humanos, que a lo que
siento que Dios me pide. Debo examinarlo. La lectura del apocalipsis habla de
la alabanza cósmica, de todas las creaturas, hacia el Dios creador, por medio
del Cordero... ¿Vivo mi fe en sintonía de amor y armonía con todas las fuerzas
de la creación? Para la
reunión de grupo El conflicto
que vivió frente a las autoridades judías la primera comunidad cristiana es muy
elocuente y merece un análisis: ¿por qué eran perseguidos?, ¿por simple
"odio religioso"?, ¿por la misma causa por la que Jesús fue
ejecutado?, ¿por la misma opción de Jesús por los pobres que ella
prolongaba?... Después de la
ejecución de Jesús, ¿por qué la predicación de su resurrección resultaba
subversiva? Si hoy
volviera Jesús y predicara lo que predicó, ¿encontraría la aprobación o el
rechazo por parte del sistema socio-económico-político dominante en nuestra
sociedad? Y hoy día:
¿los cristianos son perseguidos o apoyados por los poderosos? Para la
oración de los fieles Por los
cristianos que son perseguidos por causa de su fe, para que permanezcan fieles
a ella a pesar de las dificultades, roguemos al Señor... Por los
cristianos que son perseguidos por las consecuencias de su fe, a saber: su
compromiso con la justicia, su opción por los pobres, su denuncia valiente de
los pecados sociales...; para que se mantengan firmes en esa opción de obedecer
a Dios antes que a los humanos... Por los
cristianos que son bien mirados y alabados por los que tienen poder en este
mundo; para que comparen su situación con la de Jesús y obren en
consecuencia... Por nuestras
asambleas eucarísticas dominicales, para que sean siempre un encuentro
privilegiado con Jesús resucitado... Para que
vivamos en nuestra vida la armonía con toda la creación, haciéndonos portadores
de la alabanza divina que todas las criaturas proclaman... Oración
comunitaria Reunidos en la celebración
eucarística dominical te pedimos, Señor, que, por la fe, sintamos siempre en
medio de la comunidad la presencia de Jesús resucitado, que parte para nosotros
el pan y el vino y nos explica las Escrituras para fortalecer nuestras vidas y renovar
nuestra alegría. Por J.N.S.
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