ANÁFORA DE
LA
TRADICIÓN APOSTÓLICA
El
canon eucarístico más antiguo que se conoce es el que se expone en la Traditio
apostolica (año
215?), documento escrito probablemente en Roma por San Hipólito (+235).
Esta anáfora, de notable plenitud teológica, muy antigua y venerable, y
que muestra una tradición litúrgica anterior, tuvo gran influjo en las
liturgias de Occidente e incluso de Oriente.
- El Señor esté con
vosotros .
- Y con tu espíritu.
- Levantemos
nuestras mentes.
- Las tenemos
levantadas hacia el Señor.
- Demos gracias al
Señor.
- Es un deber de
justicia.
Te damos gracias, oh
Dios,
por medio de tu
amado Hijo, Jesús el Mesías,
a quien nos has
enviado en la sazón de los tiempos como salvador y libertador nuestro,
y como anunciador de
tu proyecto.
Él es tu Palabra
inseparable,
por la que has
creado el universo entero y en quien te has complacido.
De ti lo enviaste al
seno de una muchacha, donde fue concebido.
Así se encarnó y se
manifestó como Hijo tuyo, nacido del Espíritu santo y de la Virgen.
Él cumplió tu
proyecto y promovió una humanidad justa, puso manos a la obra y se
esforzó
para librar del
sufrimiento a cuantos creen en ti.
Él, confrontado a la
pasión, la aceptó voluntariamente, para superar la muerte,
librarnos de la
esclavitud del demonio, vencer el dominio del mal,
iluminar a los que
buscan la justicia,
llevarlo todo a su
plenitud y manifestar la resurrección.
Tomó el pan y,
dándote gracias, dijo:
- Tomad, comed. Éste
es mi cuerpo, que por vosotros será destrozado.
Del mismo modo, tomó
el cáliz, diciendo:
- Ésta es mi sangre,
que por vosotros será derramada. Cuando hagáis esto, hacedlo en memoria
mía.
Recordando, ahora,
su muerte y resurrección,
te ofrecemos este
pan y este cáliz,
y te damos gracias
porque nos concedes el don
de gozar de tu
presencia y colaborar con la misión liberadora.
Te pedimos, en fin,
que envíes a tu Espíritu santo
sobre este ofrenda
que hacemos como parte de la Iglesia cristiana. Reúnenos en la unidad:
Que todos los
cristianos que comulgan recibamos abundancia del Espíritu, para
confirmación de la fe en la verdad,
a fin de que te
alabemos y glorifiquemos por medio de tu Hijo, Jesús el Mesías,
que comparte tu
gloria y honor con el Espíritu santo en la Iglesia universal,
ahora y a lo largo
de los siglos. Amén.
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