PLEGARIA DE ACCIÓN DE GRACIAS
Es justo darte gracias, Dios
generoso y solidario, por todos los bienes y los regalos que has
derramado
en las manos de las mujeres y los
hombres a lo largo de toda la historia de la humanidad.
Tú nos tenías presentes antes de
la explosión que formó las galaxias y antes de la evolución de la que
surgió la vida.
Desde el comienzo de los tiempos,
ha estado tu Espíritu presente en medio del devenir histórico de la
especie humana.
Todas las esperanzas y los
anhelos, todos los afanes y los trabajos, todas las acciones y
revoluciones colectivas
que han nacido en el corazón de
los hombres y las mujeres
han estado acompañados por la
fuerza y la luz de tu Espíritu santo.
Por eso, como niños pequeños que
miran a su madre y se sienten seguros, nos dirigimos a ti, llenos de
gratitud,
y,
uniendo nuestras voces a las de todos los hombres y mujeres que te
reconocen como amigo, nos volvemos a ti dándote gracias, diciendo:
Santo, santo, santo...
Verdaderamente eres santo y justo,
Señor Dios del universo y de la
historia.
De tu infinita bondad y
misericordia hemos recibido
el
valiosísimo don de la libertad y el preciado regalo del amor. Hoy nos
reunimos en esta asamblea en nombre de tu hijo Jesús, que está aquí
presente en medio de nosotros
y, confortados con la efusión de
tu Espíritu, hacemos memoria
de la pasión, muerte y
resurrección de tu Hijo y amigo nuestro, Jesús de Nazaret.
Así,
recordamos aquella última cena que Jesús compartió con sus amigos y en
la que tomó un trozo de pan, lo partió y se lo dio, diciéndoles:
-
Este es mi cuerpo que se
entrega por todos.
Luego, tomando la copa con el
vino, dio gracias al Padre y se la pasó a sus discípulos, diciéndoles:
-
Esta copa es la nueva alianza
sellada con mi sangre. Haced esto en memoria mía.
Éste es el sacramento de nuestra
fe...
Esta
comunidad que hace hoy, con estos gestos, memoria de Jesucristo vuelve
sus ojos hacia ti, Padre, para alabarte y darte gracias
por la dicha de poder participar
en la tarea de arrimar el hombro en la construcción de tu Reino.
Queremos unir nuestra plegaria de
gratitud a la de todos los hombres y mujeres que, movidos por el
pálpito del amor,
se sienten agradecidos por el don
de la vida, de la libertad y del compartir.
Recordamos a todos los que nos han
precedido
y ahora son para nosotros ejemplo
y empuje en nuestras vidas.
Tenemos presentes a todos los
pueblos que sufren las consecuencias
del reparto injusto de las
riquezas y son víctimas de las injusticias sociales.
Concédenos a todos el auxilio de
tu Espíritu
y haz crecer en nuestros corazones
deseos de paz y de bondad.
Llévanos siempre de tu mano y
agranda nuestra ilusión
por construir ese otro mundo
posible que deseamos para todos.
Todo esto te lo pedimos
por medio de tu Hijo Jesucristo.
Amén.
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